Capítulo 28: Vidrios rotos y un cadáver

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Cerca del F

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Cerca del F. Gilbert State Forest, Charlotte observaba a través de las ventanillas cómo los tonos blancos y los copos de nieve se deslizaban por el aire, mientras el aire gélido se filtraba a través del parabrisas del auto. La visión del cuerpo muerto, con gafas de sol y tan inerte y pálido, acomodado en el asiento del copiloto, hacía el ambiente aún más escalofriante con cada torpe movimiento.

Después de un recorrido anormal, la entrada al bosque se hacía claramente visible; el lugar estaba repleto de árboles escuálidos y carentes de vegetación. Este escenario podría ser ideal para la presunta masacre que sufriría el pobre ser inerte.

Al estacionar el auto en medio del bosque, Charlotte sacó el cuerpo del baúl y lo arrastró por la nieve, dejando huellas desiguales y chocando con algunas ramas. Finalmente, lo acomodó bajo un gran árbol. Aterrorizada y rogando para que nadie la viera en esa atroz "escena del crimen" (a pesar del truco que Connor le enseñó, que podría ser muy útil). Sacó de su maleta unas finas tijeras, sabiendo que probablemente tendría que usarlas.

Al contemplar el tétrico semblante de la mujer muerta y ver su boca semiabierta con parte de la lengua visible, Charlotte sintió náuseas. A punto de vomitar, logró tragar el impulso. Tenía la certeza de que los brujos la estaban vigilando.

—No, no creo que pueda hacer esto —dijo, dejando las tijeras a un lado y cubriéndose el rostro con las manos, que estaban empapadas en lágrimas a través de los guantes de lana.

«Lo siento, Bradley, lo siento, lo siento», pensaba mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. La sensación de muerte se sentía completamente cercana, y el dolor parecía quemar cada partícula de su existencia.

—¿Por qué a mí? ¿Por qué a mí? —balbuceaba entre jadeos cada vez más fuertes en medio del silencio del bosque, donde solo se escuchaban algunos cantos de aves.

Creyendo que los Red Helmets llegarían pronto, cambiando el paisaje de blanco a rojo y llevándola a una siniestra ceremonia blanca, Charlotte recibió otra llamada con el número «222».

—¿Quién habla? —preguntó con la voz entrecortada.

—Charlotte, habla Abigail Wolff. Algunos de nosotros estamos observando y vemos que estás a punto de renunciar al hechizo en tu primera prueba. Creí que eras más capaz, pero te daremos un consejo que podría ayudarte —explicó Abigail desde el otro lado del teléfono.

—¿Qué consejo? —se apresuró a preguntar Charlotte, tratando de mantener la calma.

—Sé que te parece asqueroso tratar de arrancar la lengua con las tijeras. Lo que debes hacer es decir "Kindlus adatsi" mientras solo la observas. Verás cómo se cortará por sí sola y comenzará a flotar hasta tus manos. Así será mucho más sencillo —indicó Abigail, mientras observaba a través de la pantalla.

—¿Kindlus adatsi? —preguntó Charlotte, mientras se secaba las lágrimas.

—Sí, dilo claramente. Aunque te manejamos desde aquí, necesitas decir las palabras mágicas para que funcione —aclaró Abigail.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora