Capítulo 62: El camino de regreso

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Charlotte quería asegurarse de que hubiese otra manera de deshacer la maldición hecha por Adhelaida Woods, que no fuese destruir completamente el hechizo de resurrección con impetuosas llamaradas de fuego

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Charlotte quería asegurarse de que hubiese otra manera de deshacer la maldición hecha por Adhelaida Woods, que no fuese destruir completamente el hechizo de resurrección con impetuosas llamaradas de fuego. Pero la respuesta fue un rotundo no. La maldición era tan poderosa que la única manera de eliminarla era detener el proceso de resurrección antes de diez horas. Aunque aún sin poderlo creer, muy ensimismada, Charlotte llegó a la conclusión de que si quería que Bradley viviera, tendría que sacrificar su vida mediante la temible ceremonia blanca, o incluso, podría estar muerta antes de eso.

No obstante, en ese momento, Akenke tuvo una ágil ocurrencia. Aunque minutos antes creyó que no existía salida alguna, era claro que los brujos de la Comunidad Sicretum aún vigilaban a Charlotte mediante sus bolas de cristal, asegurándose de que todo estuviese en orden. Sin embargo, si Charlotte perdía la conexión dada a través de la pulsera de radar que tenía en su muñeca derecha, los brujos ya no la tendrían en la mira. Si tenía suerte, podría tratar de escapar después de hacer la quema en la cabaña, donde, a pocos centímetros bajo el suelo, se encontraba el escenario macabro.

—Pero no estoy muy segura de eso —comentó Charlotte, con los ojos abiertos, luciendo atónita—. Porque, primero que todo, lo más probable es que ellos hayan estado espiando la consulta todo el tiempo, y por otro lado, si ellos ya saben que yo me dirijo hacia la cabaña, probablemente... Quieran matarme de una vez, antes de que destruya el hechizo.

Akenke frunció el entrecejo y se vio pensativa.

—No, cariño, por suerte, ellos no podrían matarte antes de que destruyas el hechizo, porque, escúchame bien. —Se acercó un poco más a Charlotte, y en un tono más bajo prosiguió: —Para que el hechizo funcione completamente, el resucitador tiene que estar vivo y saludable hasta que finalice el proceso de resurrección. No sé por qué funciona así esta magia, pero en este caso, tú eres una pieza muy importante —aseguró con firmeza—. Además, por otro lado, los brujos han estado un poco distraídos en los últimos días, porque sé que han estado practicando un ritual de invierno, en el que se rehabilitan y pueden durar unos tres días en la misma posición en la que duermen los murciélagos. Eso está a nuestro favor. Por esa razón, no estoy segura de que hayan estado viendo esta consulta. ¿Me explico? —dijo, infundiendo una repentina esperanza en Charlotte, que por poco, la hace soltar una sonrisa nerviosa—. Pero por mayor seguridad, lo mejor es que, como te dije, tenemos que quitar el radar de esta pulsera en este mismo momento —terminó de decir, poniendo su mirada en la pulsera que parecía de un material metálico.

Charlotte también clavó su mirada allí.

—Pero... ¿Cómo podría quitarme esto? Parece que es de metal.

Akenke alzó el ceño con esa actitud de sabelotodo.

—No tienes que quitártela precisamente —afirmó—. Esta pulsera funciona igual que las cámaras web de las computadoras.

—Sigo sin entender.

—¿Alguna vez has tapado la cámara web de tu computador con tu dedo o con alguna cosa, con el fin de que no te vieran? Esto es exactamente igual. Si la cubres por completo con algún implemento, ellos ya no te podrán ver —explicó Akenke, concentrada en la explicación.

Sicretum (algo oculta Salem)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora