39. Vino y penas

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Daenerys Targaryen

Abro mis ojos recorriendo la habitación, mi cabello se cierne abultado sobre las sábanas, mi mano recorre mi vientre con mi mente sobre la nada. Son pocos estos momentos de paz, en los que apenas y estoy sola. Robb no me deja más que un par de horas por la mañana y la tarde, planea las defensas se encarga de la ciudad junto a Tyrion por supuesto habla con el Consejo en mi nombre, buscando el día donde debo asumir mi Trono, que aunque ya no es de hierro sigue siendo mi lugar.

La mujer que se encarga de traer mis alimentos matutinos irrumpe pidiendo disculpas. Le ofrezco una sonrisa y se retira, observo aquella bandeja un par de segundos hasta levantarme finalmente sin ningún dolor en mi pecho.

Esa flecha casi me mata, aunque aseguro que no fue un error el ir por Arya y saber que estoy embarazada debo tener más cuidado, no puedo morir tan cerca de mi objetivo. Por segunda vez.

Decido que ya fue demasiado, he estado en la habitación casi una semana y ya no hay necesidad de esperar más. Aunque claro lo que deseo es saber de Drogon, quiero respuestas..

Pero cada vez que la puerta se abre espero que quien se asome sea Jon.

De nuevo me veo interrumpida por la puerta, pero esta se abre sin permisos y con rapidez.

-¡Madre!

Rhaegar cruza la habitación y me abraza por la cintura. Aveces olvido que es un niño, que aún es mi niño, mi Dragón.

-Rhaegar- lo presiono contra mí.

-Madre perdona ¿te he lastimado?

Le doy una mirada seria para luego soltar una risa.

-Jamás podrías hacerme daño hijo. Dime cómo van las cosas por ahí

-Todo está como siempre. Sobre todo si no dejas que me acerque a los que viven en el palacio ni a la familia de padre

-Aún no es hora. Quiero que tengas la entrada que mereces, junto a mi en el Trono.

-Ellos saben que estoy aquí

-Pero aún no te han visto. Imagina a sus cabezas trabajar imaginando como eres- le digo divertida.

 Imagina a sus cabezas trabajar imaginando como eres- le digo divertida

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-¡Madre!- ríe y se sienta en la cama.

-Sabes aveces te veo con la espada y olvido que eres un pequeño

-Es lo que todos dicen

-Es lo que eres..
Y respecto a mi, es hora de tomar mi lugar en esa mesa y en Poniente.
Es hora que los Dragones vuelvan a alzar sus alas hijo, toda esta tierra es nuestra.

El sonríe y ahora se que está listo.

-Madre..
Tú estás embarazada, ¿no es así?

He postergado está conversación con el lo más que he podido, la primera manana que me ha visto ha saltado a la cama en llanto. Mi corazón se rompió al ver salir lágrimas de sus ojos ya que siempre tiene ese semblante melancólico e inexpresivo pero aquel día estaba roto. Después de calmarlo y abrazarlo un poco se ha abalanzado sobre mi con preguntas sobre su hermana, Robb me ha dicho que no ha podido ocultarlo, pero en ese instante no pude hacerlo no pude decirle.

El Dragón y Los LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora