7. El Joven Lobo

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Daenerys

Tengo varias lunas viviendo en Volantis, muchos me conocían como la madre de dragones, quién devolvió la magia al mundo, la prometida

La que regresó de la muerte

Al parecer un nuevo título, la mayoría de habitantes son sigilosos y apartados pero sus voces son tan fuertes como las de cualquier pueblo.

Drogon parece cómodo estando aquí, pero yo sigo sintiendo el mismo dolor el dolor que nunca se irá mis dos hijos no van a volver, mi pueblo no va a volver, Misandei, Jorah y Sir Barristan no pueden volver de la muerte pero desearía que le hicieran.

Aún no duermo, lo que pasó me persigue todas las noches jamás podre olvidar lo que hice, aún con las circunstancias no debi hacerlo. Yo nunca quise ser la reina de las cenizas, la reina loca.

Ahora solo soy la sombra de mi padre Aerys Targaryen conocido como El rey loco, eso siempre hace que este navegando entre estos pensamientos y lo único que me consuela es saber que dentro de algún tiempo tendré una nueva alegría en mi vida, mi hijo él me dará toda la fuerza y la voluntad de seguir, paso mi mano por mi vientre, aún solo han pasado unas semanas pero ya se empieza a notar un poco.

El sonido de unos pasos me saca de mis pensamientos, la única que entra en mis aposentos es la Sacerdotisa Roja Kinvara quién aún no me habla de mi destino.

-Majestad lamento interrumpirla pero traigo malas noticias- la pelinegra me brinda una reverencia.

No sé si soy capaz de soportar más malas noticias.

Kinvara me mira con expresión preocupada.

-Me preocupa la ciudad de Astapor Mi Reina ha sido asediada por los maestros de esclavistas, ellos desean reclamar la Bahía de dragones de vuelta.

Sus palabras forman un nudo en mi garganta, todos aquellos a quienes liberé están siendo encadenados justo como Misandei.

-No voy a permitir que esto pase de nuevo Kinvara, partiré a lomos de Drogon directamente a Astapor y reclamaré la ciudad.

-Majestad sus ejércitos no están y solo tiene a Drogon aún- Aún? A qué se refiere con aún.

-Los esclavistas recibirán fuego y sangre, si se atreven a desafiar y encadenar de nuevo el pueblo libre iré dónde los amos y les recordaré que no pueden interceder en mis órdenes-. Jamás dudaré en defender a quiénes fueron mi pueblo aún con el miedo de perder el control en mis hombros.

-Como ordene Majestad, pero debemos hablar sobre su tarea en Westeros- ese maldito continente.

-Tuve suficiente de ese continente y en lo que me convirtió. Mi prioridad es el pueblo desprotegido de la Bahía de dragones y cuidarme a mí, a Drogon y a mi hijo.

-El pueblo que está en manos de Daarío Naaharis el jamás la traicionaría, permítame que yo lo encuentre en Meereen y hacer que usted retomé la ciudad Majestad .

-Tú volarás conmigo Kinvara, eres la única persona en la que puedo confiar- la sacerdotisa me brindó una reverencia antes de salir de la habitación.

La pequeña servidora del templo entra con mis ropas en mano, botas de cuero y un vestido azul como el que solía usar cuando llegue por primera vez a las ciudades esclavistas con unos simples pantalones de montar, eso me lleva de vuelta años con los recuerdos.

-Majestad ¿puedo trenzar su cabello?- la pequeña criatura peina mis platinos cabellos recordándome que aún no tengo el orgullo de portar trenzas.

Perdí mis batallas

-Solo hazme dos trenzas pequeñas una por mi hijo y una por Drogon.

Salgo del templo encontrando a Drogon a sus puertas Kinvara aguarda con cierta preocupación en su rostro, probablemente sea un día de vuelo.

-Su Majestad está segura de hacerlo.

-Ya te lo dije, no dudaré en ayudar a mi pueblo, mejor recuerda mantenerte fuerte Drogon vuela más rápido de lo que crees- mi hijo baja su cuerpo ayudándonos a subir.

Kinvara antes me mencionó la preocupación de montar a Drogon estando embarazada pero ahora sé que estoy más unida a el que nunca. Aunque viendo el pasado muchas preguntas llegan en mi mente que ahora no quiero recordar.

Solo sé que todo lo que tengo ahora son Drogon y mi hijo y qué son los únicos en los que podré confiar jamás.

Kinvara apenas logra sujetarse, tal vez podrá domar sombras pero domar un dragón es cosa distinta.

Mi hijo no ha parado aún cuando el atardecer se asoma junto al puerto de Astapor. Descendemos tranquilamente dejando a la sacerdotisa en las afueras de la ciudad en el lado norte entre la ciudad y moviliza tantos seguidores de R'hllor.

-Como puedas avisa a los esclavistas que serán atacados si desobedecen-.

No quiero cometer los mismos errores de antes, alzamos vuelo para aterrizar directamente en la plaza del orgullo rodeada de soldados de esclavistas qué tiemblan al verme a lomos de Drogon.

-Es una sombra! Un fantasma!-. Los gritos de los paralizados soldados quiénes sabían de mi muerte y los jóvenes que jamás habían visto un dragón llenan la plaza.

-No soy un fantasma, soy Daenerys Stomborn de la casa Targaryen,
tienen dos opciones retirense y vuelvan a casa o mueran al servicio de los amos.

Drogon gruñe mostrando sus dientes y me protege con su cuerpo para cubrirme de cualquier ataque de los soldados. Sus espadas caen al suelo y decido perdonar sus vidas, después de todo siguen siendo esclavos para los amos.

Uno de los esclavistas se atreve a desafiarme tirando una lanza en mi dirección que Drogon esquiva a la perfección. Por un segundo mientras la lanza viaja hacia mí tengo un miedo irreparable en todo mi cuerpo pero se disipa cuando Drogon la esquiva.

Siento la necesidad de alzar vuelo, el pueblo está resguardado y solo los esclavistas siguen en pie rodeándome.

Dracarys

Una simple orden para qué Drogon incinere al esclavista que trato de matarme.

-Aquellos a quiénes seguían ya huyeron junto a sus amos. Ellos creían que la ciudad estaba desprotegida pero aquí estoy.

Los antiguos esclavos salen de sus hogares a la plaza del orgullo. Estoy rodeada de centenares, quiénes me observan como si de un milagro se tratase.

-Daenerys de la Tormenta ha regresado.

Los gritos de la multitud me hacen sentir por un momento que no soy un monstruo. Varios hombres y mujeres caminan sin miedo hacia mi, mi pueblo aquellos valientes que pelearon defendiendo a su pueblo aún sin preparación militar.

Es así que sin perder más el tiempo me instaló en una de las antiguas pirámides donde ahora los esclavos no sirven nada más que para sí mismos, Drogon descansa cerca volando libre por la ciudad.

-Majestad recibimos informes de los Segundos hijos marchando hacia aquí- apenas presto atención a las palabras de Kinvara.

Lo que observo se lleva toda mi vista, un caballero esta al frente de un grupo de soldados y veo como ellos lo rodean y el les ordena, pero hay algo ahí es el como le agradecen y respetan.

-Kinvara ¿quién es ese hombre que saludan los servidores?-. No luce como un esclavo luce como un noble de Westeros.

-Majestad es el de quien quería hablarle

Mis ojos se abren y mi estómago da un vuelco.

-Mi Reina es Robb Stark y ha estado buscándola un largo tiempo.

Un par de palabras cruzan mi mente, pequeñas conversaciones en las que oí del Joven Lobo, sobre como perdió y murió, pero es esa voz en particular la que hace que mi sangre fluya más rápido.

Mi hermano Robb, solía llamarlo Stark y el Snow

Mientras Kinvara sigue hablando el caballero limpia su espada y la coloca en su cinturón, después alza la vista y se cruza con la mía, sus ojos están llenos de asombro y desconcierto, pero los míos están llenos de odio.

-El supuesto hermano muerto de los traidores de Stark

El Dragón y Los LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora