❈ Capítulo 1 ❈

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- Te voy a extrañar muchísimo bebé - me estaba ahogando en los brazos de mí madre que me abrazaba como si no hubiese un mañana.

- Yo también, no llores, solo serán unos meses.

- Pero no tengo ninguna duda que Philip va a tratarte como te lo mereces. Ya verás que es muy simpático.

La relación que tenían mí mamá y Philip era extraña, él era ese tipo que la conoce de toda la vida, que se criaron juntos y sin embargo yo jamás tuve la oportunidad de verlo en persona. Nisiquiera cuando era una bebé.

Los parlantes anunciaron la salida de algunos vuelos, entre ellos el mío.
Mamá volvió a abrazarme con fuerza, nos separamos y le besé la frente.

- Cuídate y disfruta de esta oportunidad única, pero por favor llama a tu madre de vez en cuando.

- Sabes que lo haré, te amo.

Después de un largo desembarque finalmente pude estar sentada en el cómodo asiento del avión. Esto era raro para mí, estaba emocionada por supuesto, pero por ocho meses iba a dejar atrás todo lo que viví.
Y eso sería jodidamente difícil.

❖ ◦ ❁ ◦ ❖

Un anciano con expresión seria me recibió en el aeropuerto después de 9 horas de viaje. Sentí muy cálido bajar y ver mí nombre escrito en un cartel.

El hombre me ayudó a subir las maletas y cuando emprendimos viaje me avisó de forma cortante que solo serían cuatro minutos hasta la mansión del "Patrón"

No puedo explicar mí expresión cuando llegamos y vi la excesivamente grande y lujosa mansión en la que estaba entrando el auto. Pero más me sorprendió que dos hombres armados rodearon el auto.

- Quédese aquí señorita, es algo de protocolo.

El chófer bajo y se puso a hablar con los hombres, que bajaron las armas lentamente. ¿Quien mierda era este Philip? ¿El presidente, un narcotraficante?

Cuando todo "estuvo bien" entramos a la casa y el chófer se despidió para dejarme sola en una enorme sala que parecía tener candelabros con pequeños diamantes. Me sentía una pequeña hormiga en una cueva llena de cocodrilos.

Dos hombres aparecieron en mí campo de visión, un castaño y un rubio que parecía menor. Hablaban en voz baja hasta que me notaron, sonreí intentando ser amable para saludarlos pero se metieron en una habitación ignorando mí presencia.

- Groseros - murmuré.

- Rose Onisse - una voz muy gruesa retumbó en toda la sala - ¿Como estas nena?

Era un verdadero magnate griego. Me acerqué a él y nos abrazamos.

- Oh querida, tu madre me ha hablado tanto de ti.

- Lo mismo digo.

- Lástima que no pudimos concretar un encuentro antes - me abrazó por la espalda y caminamos durante toda la sala - Lamento el incidente de tu llegada, como ves esta casa es enorme y necesitamos protocolos.

- Está bien, no hay ningún incoveniente.

- Te llevaré a una habitación que preparamos exclusivamente para ti. Pero antes necesito advertirte sobre algunas reglas:
- Después de las doce está terminantemente prohibido caminar por la mansión.
- Te daré una identificación.
- Hay reuniones sociales en la mansión al menos tres noches a la semana, solo podrás venir a las que yo te autorice.

¿Qué? Seguramente vio mí cara de espanto y por eso rió.

- Tranquila Rose, no es tan terrible. Mientras obedezcas las reglas este lugar será un paraíso para ti.

¿Y si no? Quise preguntar pero me aguante.

- ¿Viven más personas aquí, verdad?

- Además del personal, que son unas diez personas - contestó por lo bajo mientras intentaba abrir una puerta con la llave.

- Mmh...

-¿Algo te inquieta querida?

- Vi a dos chicos hoy, actuaron raro. No sé, creí que eran tus hijos.

Soltó una carcajada hasta que pudo abrir la puerta.

- Tu madre olvidó decirte que no tengo hijos, ellos trabajan para mí y yo se los retribuyo dejándolos vivir aquí. Lugar me sobra.

Estaba embobada con la habitación que estaba frente nuestro, no solo eran inmensa, sino también era delicada.

- Intenté acomodarla para que te guste, obviamente tú puedes modificar lo que quieras.

Chasquee la lengua - esto es más de lo que tuve siempre, así está perfecto. Gracias Philip.

- Me alegra que te guste - su celular sonó repetidas veces - querida, te prometo que mañana recorreremos Atenas, te debo el tour. Debo irme.

Me saludo con un pequeño abrazo y se fue de la habitación, aunque frenó en medio camino.

- Rose, te recomiendo que intentes ignorar a esas personas con las que te cruzaste hoy.

-¿Por qué?

Se encogió - simplemente no le sumarán nada a tu estadía. Ya te presentaré personas que estén a tu altura.

Dudé por un momento - Está bien.

- Que disfrutes tu nueva habitación.

Finalmente se fue y yo recorrí el lugar, era increíble. Y sin embargo cuando miraba por la ventana veía otro mundo, y si bien recién llegaba me estaba preguntando... ¿Qué era todo esto?

Diamantes con sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora