❈ Capítulo 26 ❈

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Narrador omnisciente

- Para gritar sí abres la boca, ¿No muñeca? Come, deberías estar agradecida.

Un hombre intentaba que Rose coma, aún atada, ella solo podía negarse mientras las lágrimas caían de sus ojos.

- No quiero, llevaselo al idiota de tu jefe y que se lo coma él.

Como si lo hubiese invocado, Lewis Murray apareció por la puerta.

- ¿Que sucede? ¿Por qué tanto escándalo?

- Señor, la señorita se niega a comer lo que le trajeron.

Lewis le quitó el plato con fuerza - Vete afuera, no sirves para nada.

Se acercó con cautela a la chica que lo miraba mal, tomó la cuchara con el arroz y la obligó a comerlo, no hubo un no, no hubo resistencia.

- Quieres que te desate, que sea más compasivo contigo, pero no ayudas.

- Me quiero ir a mi casa, ni siquiera quiero volver con Philip, solo volver a mi casa en California.

No había odio, ni tristeza, solo cansancio en sus palabras.

- ¿Crees que a mí me divierte tener a una chica prisionera aquí? Para nada, lo lamento señorita Rose, pero tengo que elegir entre mi legado y entre Philip. Y me elijo a mi.

- Te prometo que no tengo nada que ver con Philip, él es solo un amigo de mi madre. Llámala, ella te lo dirá todo, Adele Onisse.

Lewis se quedó estático, su rostro pasó de la sorpresa al repentino odio. Expresión que asustó a la chica.

-¿¡Adele Onisse es tu madre?!

- Si.. ella..

- Bruja traicionera, lo sabía, sabía que iba a correr a los brazos del idiota de Konstantin y tener una hija con él.

Rose se sobresaltó - Philip no es mi padre.

- ¿Te crees que soy tonto? Tu madre nunca supo controlar sus sentimientos, se enamoró de mí estando con tu padre, se acobardo y volvió al lugar que tanto había odiado. A los brazos e Philip Konstatin.

- No.. - murmuró la chica.

- Sabía que tú eras algo más que una invitada de él, lo supe desde el primer día que nos encontramos en el estacionamiento.

Los ojos de Lewis destellaban enojo, maldad, algo que Rose nunca había visto en otra persona. O eso creía.

- Pero ahora entiendo quien eres, y entiendo que fuiste igual que tonta que tú madre.

-¿A q-que te refieres?

-¿A qué me refiero?

Salió de la habitación, en la desesperación de nunca salir de ese lugar, escucho los pasos de Lewis alejarse y murmurar algo.
Aunque con franqueza no tardó ni siquiera cinco minutos en volver.

- Mira Rose Onisse, enamorarse fue un error. Ander querido, acércate por favor.

Y a los ojos de la chica apareció Ander, ese Ander que había significado su mundo durante varios meses.

- Ander... - intentó liberarse de las imposibles cadenas.

No pudo mirarla a los ojos, ni tampoco cuando Lewis lo alentó apretándole el hombro.

- Ander.. no, tú no lo hiciste.

No hubo respuesta, Rose con ojos vidriosos se negaba a creer que él siempre había sido un traidor.

- Si, si lo hizo - murmuró Lewis - se dió cuenta quien era más poderoso, y que si seguía con el griego lo único que iba a hacer es terminar en prisión.

- Ander eras mi..

El silencio se volvió angustiante, Ander seguía sin mirarla y eso se enfermaba.

- Señor - uno de los hombres apareció - nos avisan que hay movimiento cerca, parece que ya viene.

Lewis dió un aplauso - Bueno Rose, estás de suerte, papi viene y tenemos que prepararnos para darle un cálida llegada ¿No?
Vamos Ander, tenemos cosas que hacer.

Ander le dió una mirada ¿Triste? ¿Arrepentida?

La puerta se cerró de golpe, y solo cuando se fueron ella gritó, insultó, y supo que estaba perdida, porque nunca se espera la traición de alguien a quien llegaste a amar.

Diamantes con sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora