❈ Capítulo 39 ❈

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Rose

Ander, sexo, trabajo, felicidad, Ander, mamá, Ander. Esos eran mis pensamientos, y los únicos que habitaban mi cabeza. El orden era indistinto.

Con Ander estábamos pasando los mejores momentos, y a pesar de todo, no éramos una pareja oficial. O eso suponía yo, aunque lo prefería así.

- Te hice un café.

Si, el estaba intentando ser más servicial conmigo.

- Gracias cariño.

Bebi el primer sorbo, al menos lo intentaba. Reprimi la horrible mueca que me provocó el café totalmente amargo en mi paladar.

- ¿Tan malo está?

Sonreí de lado - Solo le falta un poco de azúcar.

Y en eso se basaban nuestros días, yo había retomado las prácticas de medicina y él procuraba estar lejos de casa mientras yo no estaba. No sé dónde iba, y para ser franca, tampoco era de mi interés.
Porque estábamos más que bien así.

- Gracias por todo esto, Timothy, se que no es usual que una alumna esté haciendo las prácticas tres años después..

- Pero adivina, nada en ti es usual - finalizó con un pequeño toque en mi nariz.

- De verdad, te debo una.

- Más de una, ¿Sabes? Me sorprendió cuando tú noviecito griego vino a verme.

Bueno, Ander y el Doctor Turing se conocieron debido a mis prácticas. Cabe aclarar que la actitud de Ander hacia el cambió rotundamente cuando se enteró que el mayor era un hombre casado y con hijos.

- Supongo que te encontraste con él.

- No querida, el vino a mi.

Frené en seco.

-¿Que quería?

La expresión de Turing cambió cuando vio mi desconcierto.

- Pero me dijo que vino de tu parte, un amigo suyo estaba mal. En realidad me pidió recomendaciones sobre medicamentos que ayuden con la intoxicación.

¿Intoxicación? Intenté pensar si Ander había mencionado algo al respecto, para nada vino a mi.
Sonreí para mis adentros, tonta, tonta y tonta.

Le entregué el informe de los pacientes a Timothy - Nos vemos la próxima semana.

- Está bien, cuídate y repasa los últimos conceptos que te mandé.

- Lo haré.

*

Entré sigilosa a mi casa, esperando que no haya nadie: primer error. Rudos en la cocina, Ander había llegado más temprano.

- Rose, hola - se acercó y me besó dulcemente, no le contesté. Me miró raro. -¿Cómo estuvieron las prácticas?

- Excepcionales - me servi un vaso de agua.

Había estado cocinando, o lo seguía haciendo, se puso a mi lado y empezó a cortar la cebolla y otras verduras.

- Ander.

-¿Hm?

- ¿Hay algo que olvidaste mencionarme?

Dejó de picar para mirarme, sus ojos estaban muy abiertos.

-¿Hay algo mal?

Estaba nervioso, muy nervioso, y me atrevería a incluir; tremendamente nervioso.

Desvíe mi mirada, pues sus ojos de cordero a punto de ser degollado me distraian de el enojo que tenía dentro.

- No, solamente te estoy preguntando. Vivimos juntos, tenemos sexo, almorzamos y cenamos todos los días.

- Bien bien - tomó un trapo y se limpió las manos - no finjas más, ya entiendo que hay algo que me estás reprochando.

Se estaba haciendo el desentendido, me molestaba, pero iba a ser sincera con él.

- Nada, que el doctor Turing me comentó que le pediste recomendaciones de medicinas para un amigo nuestro que está muy enfermo.

¡Ajá! Lo logré, empalidecio como nunca, empezó a tartamudear.

- Y-yo, puedo explicártelo.

- Ander - me acerqué más a él - repito la pregunta ¿Hay algo que olvidaste mencionarme?

No tenía escapatoria, y lo sabía.

- Bien, si, hablé con Timothy porque necesitaba ayuda. Konstantin se comunicó conmigo, está muy mal, Lewis casi lo mata.

Dudó si pronunciar la última frase

- Y tú madre fue testigo.

Lo dijo,fue claro y honesto después de tantas semanas juntos. Yo solo tenía un pensamiento: Ira.

Bienvenidos a una guía de asesinato para principiantes.





Diamantes con sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora