Diamantes con sangre

❈ Capítulo 47 ❈

Adele

En California, en distintas islas de Grecia, en Inglaterra, busqué en todos lados el paradero de mi Rose. Estaba perdiendo la esperanza, sé que le debía más que una explicación.

La recuperé cuando ví una última conexión de ella cerca de un pueblo de Francia, aunque me resultaba extraño llegué ahí. Una mujer, con un inglés espantoso, me explicó que unos nuevos inquilinos estaban viviendo en la parte más alta del gran y lujoso apartamento.

Toqué la puerta lentamente, pensando en que si no encontraba a mi hija aquí tendría que reconocer que no la encontraría nunca más.

Un joven de ojos claros, tez pálida y..

-¿Ander?

Abrió mucho los ojos y miró hacia ambos lados - ¿Rose vino contigo?

Se me cayó el alma cuando preguntó eso.

- No yo solo...

- Joder, pasa - Me hizo entrar de mala manera, la casa era un desorden y había muchos planos pegados en las paredes.

Reconocí entre muchos a Callum, la antigua mano derecha de Philip. Me miraba sorprendido y quizás con cierto rencor.
Claro, olvidaba que la última vez que me vieron era una simple traidora que participó en el asesinato de Philip Konstatin.

-¿Dónde está Rose? - pregunté.

- Hace un día que se fue y nadie sabe dónde está. ¿Tienes algo que ver? ¿Cómo llegaste aquí?

- Hace más de ocho semanas que estoy buscando señales de mi hija en alguna parte del mundo. Quise buscarla antes, pero tenía que escapar de...

No fue necesario que lo nombre, porque todos lo entendieron.

Esta vez Callum habló - Creemos que ella fue a Grecia a buscarlo.

- ¿Por qué lo haría?

- Porque desde que todo ocurrió, ella está empañada en que Philip recupere Grecia, y aunque no lo mencione, también quería recuperarte a ti, porque se sentía traicionada.

Me emocioné al escuchar esas palabras, había sido una pésima madre, desde que ella nació que le estaba fallando. Y quizás está fue su peor decepción.

-¿A quien le abrieron?

Mi corazón se detuvo. Mi mente no podía estar traicionandome una vez más. Tuve que girar evitando que caiga por el flaqueo de mis piernas.
Philip, oh Philip, me miraba con ojos muy abiertos. Se tomaba el estómago y yo suponía que eso se debía a alguna herida.

- Adele.. - susurró con voz rasposa pero sin mirarme a los ojos.

- Philip - corri hacia él y sin importarme el resto lo abracé, prácticamente manteniendo todo su cuerpo sobre el mío. Él no me respondió el abrazo en ningún momento.

- Mi mayor deseo es que te vayas de aquí en este momento - pronunció fríamente.

- Yo no..

- Casi me matas, tu amante y tú casi m matan y pretendes hacer de esto una escena romántica. Ya vete Adele, eres patética.

¿Que podía decirle? Era patética, y más patética que miré hacia la puerta para irme. Mi hija no estaba aqui.

- No - exclamó Ander - no te vayas, Philip sé todo lo que hizo pero probablemente sea la única que nos ayude a recuperar a Rose.

-¿Para que quieres recuperarla? - preguntó amargo - ella misma se fue, creyéndose superior porque tenía solo una pizca de valentía. Es igual a su madre.

¿Olvidaba que estaba aquí presente? Lo miré enojado.

- Yo quiero recuperar a Rose, no me importa que se haya ido.

- Está en peligro - dije sin respirar.

-¿Que dices?

- Por dios, él está loco,no tiene piedad. Le hará la vida imposible, o en el peor de los casos va a matarla.

Philip se acercó cojeando, y me miró con una sonrisa sarcástica - ¿Adele Onisse hablando de piedad? No le hará nada, algo humano queda dentro de él, además ella es su hija no va a matarla.

Quise golpear a Philip en este preciso momento. Pero mi siniestra mente solo estaba pensando en las cosas que podría hacerle ese monstruo a mi hija.

Me dirigí a Ander - Tenemos que ir a Grecia, porque si ustedes están en lo cierto, mi hija corre un gran peligro.

- No la escuches Ander, ella solo quiere llevarnos de vuelta ahí para matarnos y hacerse un festín con su amante.

Le pegue una bofetada, me arrepentí al instante, pero es que estaba cansada.

- Tenemos que ir a Grecia Philip - murmuré con los dientes apretados - porque tenemos que salvar la vida de nuestra hija.