❈ Capítulo 15❈

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Estaba muy concentrada en bañarme, necesitaba una ducha caliente más que nunca. Me sobresalté cuando la luz se apagó, abrí los ojos y se volvió a prender, luego se apagó, y repitió la acción al menos cinco veces.
Me refregue los ojos y corrí un poco la cortina. Jadee.

Ander estaba parado y con una expresión muy divertida mientras tecleaba el interruptor repetidas veces.

-¡Basta! - intenté taparme lo más que pude con la cortina - ¿Que mierda quieres?

- Además de ser cortina para tocar todo tu cuerpo, advertirte que no puedes decir nada de lo que te dijo Magus.

Me quise hacer la misteriosa - ¿Ah sí? ¿Y que me dijo?

- No te hagas, él mismo me lo dijo.

Lo miré con desconfianza, el agua ya un poco fría seguía cayendo sobre mi espalda.

- Por que..

- Si tanto quieres a Magus y tan amiga eres de él, no digas nada porque va a estar muerto.

Frunci los labios - Está bien - sonrió con orgullo- Pero que quede claro que obviamente no lo hago por ti.

- Lo tengo más que claro, yo no me metí en este desastre.

- Entonces es verdad - más que preguntarmelo lo afirmé.

- Bueno.. - balbuceó - en funciones.

- Me hubiese gustado que ellos me lo digan, no enterarme como si fuera algo obvio.

- Tal vez en algún momento si te lo digan.

No sé si estaba lista. ¿Qué? Quizás saber que Philip es mi padre, el hombre al que nunca conocí y al que mi madre siempre evitó a más no poder.

Ander suspiro hondo, sus ojos seguían puestos en mi.

- Bueno, ¿Puedes salir? Quiero cambiarme.

- Claro tonta, ten cuidado que el lobo feroz no te vaya a comer.

"Rugió" haciéndome reír, dios dos golpecitos en la pared y se alejó. Pero por qué algo muy dentro de mi deseó que no se vaya.

Apague la ducha, no podía estar enamorándome, no otra vez.

❖ ◦ ❁ ◦ ❖

Llegué al almuerzo, Philip ya estaba sentado esperando que sirvan la comida.

- Buenos días, ¿Descansaste? Discúlpame por no acompañarte en en desayuno.

- Si, claro - me senté algo torpe.

Tres mujeres llegaron con dos platos: rissotto de lo que parecía hongos y muchas verduras. Olía espectacularmente bien.

Comimos en silencio unos minutos, mi mente divagaba en otro tema.

- ¿Por qué no tienes hijos?

Soltó el tenedor y se limpió con elegancia el borde de la boca.

- No todos somos aptos para ser padres, Rose. No me hubiese permitido traer un niño a este mundo sabiendo con lo que convivo día a día.

¿Y si mi mamá jamás le dijo a él que yo nací?

- ¿A qué viene esa pregunta?

- Pura intriga, tu imperio es gigante, quizás quisieras tener un heredero.

Sonrió - Imposible, cuando yo muera este imperio va a caer. Me sentiría muy mal de ver desde el más allá cómo alguien lo arruina.

Rei con nerviosismo, no lo entendía, en ningún momento balbuceó ni se mostró vulnerable ante mi pregunta. Me hacía ver que estaba equivocandome, y sabía que la única solución era hablarlo sutilmente con mi madre.

Lo miré fijamente sin que se de cuenta, seguía comiendo el risotto, sin expresión alguna.
Quizá Philip Konstantin era ese tipo de hombre que tenía más capas que una cebolla.



Diamantes con sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora