❈ Capítulo 36 ❈

5 1 0
                                    

Me acerqué con sigilo al hombre que estaba concentrado en la sutura, Smell like Teen spirit de Nirvana sonaba de fondo, sonreí por dentro al ver al doctor Turing tarareando y bailando levemente.

- Doctor Turing - exclamé.

Se dió vuelta sorprendido, me escaneó por unos minutos.

-¡Por Dios Rose! - le cedió el bisturí a la asistente - Coselo, ya está.

Me tomó del brazo y nos abrazamos, Timothy Turing había sido mi gran maestro cuando estudiaba medicina, los años nos hicieron amigos.
Salimos fuera del área de cirugía, a la que yo había podido acceder por los "contactos" que aún mantenía.

- Haz estado como desaparecida, dime que retomarás tus prácticas, me muero por entregarte tu credencial de una vez.

- Lo sé, y solo me quedan unas pocas. Han pasado muchas cosas en mi vida personal, viaje a Grecia, conocí a el ex de mi madre, y conocí a mi padre biológico y tuve sexo con un griego sexy que ahora se está alojando en mi apartamento.

Me miró perplejo.

- Eso es demasiada información, creo que ya no importan las prácticas de medicina.
Mi próxima cirugía es a las - controló su reloj - cinco, tenemos una hora para poder conversar.

- Espera, Tim - lo frené tomándolo del brazo - de verdad necesito un favor tuyo.

Inspeccionó mi mano y alzó su ceja derecha.

- Ya entiendo - sonrió engreído - pensé que habías olvidado eso Rose, mira, me gustó mucho en su momento y ahora soy un padre de familia...

Lo golpeé suavemente - No es eso, yo.. - me mordí el labio frenéticamente, jure que ya me estaba sangrando - Necesito píldoras, sin receta.

- ¿Para qué?

Lo alejé de alguien que pueda oirnos.

- Necesito las pildoras que tomaba hace unos años, las somniferas.

- Olvidalo, esas pastillas son muy fuertes, no cuentes conmigo.

- Necesito dormir, por favor Tim yo sé que es poco ético lo que estoy haciendo. No me las venderán sin receta.

Su rostro demostraba confusión, quizás algo de pena, chasqueo la lengua.

- Veré lo que puedo hacer nena, no te prometo nada. Te escribiré, con la promesa de que tú y yo bebamos un café y me cuentes todo lo que te ha pasado.

Sonreí y lo abracé - si me ayudas con esto, voy a deberte más que una salida a un café, te compensare.

- Solo cuídate mucho - me frotó la mejilla - el café frío y la limonada pueden ayudarte a descansar más.

*

Llegué a mi apartamento, Ander estaba sentado y me miraba seriamente.

- ¿Qué sucede?

No contestaba, solo me fulminaba con la mirada.

- ¿Fuiste al hospital?

Rodee los ojos, no sé por qué me esperaba que algo como esto sucediera.

- ¿Me estás espiando?

- No, solo te lo estoy preguntando.

- Bueno si, fui al hospital a saludar a un antiguo colega y nada más. No es necesario que me sigas Ander, estamos juntos aquí, pero haz tu vida.

Se levantó y se acercó negando con la cabeza, sus manos cayeron sobre los costados de mi cara.

- Si no podíamos dormir Rose, solo tenias que decírmelo.

Me puse nerviosa de pronto - No te importa eso.

No estaba nerviosa porque haya escuchado mi conversación con Timothy, ni porque me haya seguido las últimas tres horas, estaba nerviosa por su cercanía. Ander seguía produciendo el mismo efecto en mí.

- No debemos hacer esto.

- Tengo la leve sospecha de que a tu amigo doctor le faltó decirte cuál era el mayor secreto para recuperar el sueño.

Tragué grueso - ¿C-cual?

Sus manos bajaron a mis caderas y se metieron por debajo de la camiseta.

- El buen sexo Rose, y tienes la buena suerte de que un griego sexy está viviendo en tu apartamento.
Si padeces la abstinencia no tenías más que decírmelo, Rose, tonta Rose.

Si que era una tonta, una tonta que se moría porque un ángel de la mafia recorra los lugares más privados de su cuerpo.






Diamantes con sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora