❈ Capítulo 2 ❈

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Me levanté muy temprano, y le saqué provecho para poder acomodar mi equipaje. La noche fue ideal, en especial cuando cayó un rocío que golpeó levemente contra mi ventana.

Una mujer con traje de mucama abrió la puerta y me miró con los ojos muy abiertos.

- Buenos días.

Dió un leve asentamiento. ¿Bien?

- Señorita Onisse, yo puedo hacer eso por usted.

Me removi incómoda, no sé si me gustaba que otras personas toquen mi equipaje.

- Está bien, yo puedo hacerlo, son unas pocas prendas.

Se acercó aún más a mi - insisto, además ya es hora del desayuno y al señor Konstantin le enfadara mucho que usted no esté ahí.

Ante tanta insistencia, abandoné la habitación con un deje de decepción. No era una idiota, podía desempacar por mi cuenta.
Bajé a el comedor, ví a Philip, estaba de espaldas con una mujer morena que tenía un vaso de Whisky entre sus manos. ¿Que hora era? ¿Las nueve de la mañana?

Tosi para que noten mi presencia. La mujer se dió vuelta, me escaneó de arriba abajo, rodó los ojos y volteó hacia Philip.

- Me importa una mierda con quién te acuestes, pero es una niña. ¿Tan bajo ibas a caer?

Se puso rojo, tal vez de la vergüenza o de la furia.

- Damaris - advirtió entre dientes - Ella es Rose, la hija de Adele. Te hablé la otra vez que pasaría una temporada conmigo.

- Espera, ¿Adele tuvo una hija?

Philip y yo asentimos. Damaris me miró y miró a la par al hombre que tenía los brazos cruzados.

- Mejor dicho ¿Adele sigue viva?

¿Qué? No es lo que esperas escuchar de la boca de una desconocida sobre tu madre.

- Claro que...

Philip ni siquiera terminó la oración, se frotó el rostro con impaciencia.

- Rose, ella es mi hermana. Olvídate cualquier cosa de lo que te haya dicho, está ebria.

- Oye, no estoy ebria y sé presentarme sola.

Damaris se acercó a mi, me permiti apreciar la belleza que la invadía, era increíble.

Me plantó dos besos en las mejilla- Es un placer conocerte Rose, cualquier cosa que necesites (osea escaparte de mi hermano) puedes acudir a mi.

Sonreí, Philip seguía negando con frustración. Veo que no tenían la mejor relación del universo.

- Bien, Damaris, creo que ya debes irte. Con Rose tenemos cosas que hacer.

- Excelente, si me echas me voy. Pero me llevo esto - tomó la enorme botella de whisky y la guardó en su bolso, me tape la boca para reprimir una carcajada - hasta luego hermanito.

Y se fue golpeando sus tacones.

- Rose, debes entender que mi hermana no está en sus canales.

- De hecho me agradó.

-¿En serio?

- Claro que sí.

❖ ◦ ❁ ◦ ❖

Terminamos de desayunar extravagantemente, con huevos, frutas, tocino, tostadas, mermelada. Por dios, si esto era apenas lo que almorzaba regularmente en la universidad.

Philip se limpió con elegancia - antes de continuar nuestro día, me parece muy importante que conozcas a una persona.

-¿Quién?

- Este lugar es especial, y lo sabes, necesito tener muchos ojos sobre ti. Y eso implica que uno de mis hombres te cuide mientras yo no pueda.

¿Qué? Esto era una locura.

— Sé cuidarme sola.

Me fulminó con la mirada — Seguramente en Estados Unidos, acá no Rose. Por favor no bufes, le prometí a tu madre que iba a cuidarte.

— Está bien...

Sonrió complacido, golpeó las manos tres veces y un hombre -guapísimo- entro a la cocina. ¿Era un perro guardián que obedecía a las palmadas de su dueño?
Se inclinó ante nosotros.

— Él es Callum Tevah, será tu, si quieres ponerle un nombre: guardaespaldas.

— Un placer señorita Onisse.

Me limite a responder — Buenos días.

— Bien — Philip se levantó y con algo de timidez me besó la frente — debo irme. Los dejo que se conozcan.

Le murmuró algo a Callum en el oído, este asintió.

— Señorita, debemos ir al centro a comprar cosas para usted.

— Yo..

— Es una orden del señor Konstantin.

—¿Solo obedeces órdenes? — pregunté con fastidio. Siempre fui un alma libre mientras estaba con mi madre, de pronto me convierto en la esclava de un magnate griego.

Me miró con unos ojos, que a pesar de ser oscuros, helaron cada extremo de mi cuerpo.

— En esta posición, si. La espero en la puerta.

¿En esta posición?
Me incliné un poco para mirar por el borde de la puerta, Konstantin hablaba con un chico moreno en el living, parecían discutir.

Cuando Konstantin se alejó y pasó caminando por las escaleras, las mujeres que limpiaban se encogieron en su puesto. ¿Por qué todos tenían ese comportamiento tan sumiso?

—¿Estás espiando?

Me sobresalte en mi lugar, para mirar al culpable de mi susto.














Diamantes con sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora