❈ Capítulo 46 ❈

4 1 0
                                    

Rose

- No puedo creer que hayamos perdido nuestras maletas en el aeropuerto. ¿Realmente caímos tan bajo?

Magus bufó - Fue solo un segundo, se supone que teníamos que vigilarlas bien.

Entiendo el punto, cada uno hizo lo que le pareció y terminamos perdiendo de vista todo nuestro equipaje.

- Hace demasiado calor aquí. Odio este lugar ¿Te lo dije ya?

- Digamos que... Unas trescientas veces desde que salimos del aeropuerto.

- Estupendo.

Pasaron unos diez minutos hasta que pudimos llegar a la mansión que ahora pertenecia a Lewis. Nos detuvimos un momento mirando la fachada, tres hombres con pinta de gorila custodiaban la puerta.

El rubio me tomó de la mano - Espera Rose, ¿No deberíamos tener un plan? Digo.. no creo que estés planeando entrar así porque si y mencionarle a Lewis: Hey, quiero pedirte que nos devuelvas Grecia.

- Así como lo dijiste es como se le voy a decir ¿Sabes? No, no tengo ningún plan. Y tampoco lo pensaré. Vamos Mag.

Me acerque a uno de los hombres.

- Necesito ver a mi padre - anuncié con firmeza. Magus se estremeció a mi lado.

El hombre me miró a través de unas gafas - tu padre no está aquí. Más vale que te alejes antes de tener problemas, niña.

Me cruce de brazos - ¿Acaso sabes quién es mi padre?

- Lo suficiente para decirte que él no está aquí. Ningún padre de ninguna mocosa ha entrado a la mansión en el último tiempo.

Solté una carcajada, no me sorprendía que los guardaespaldas que contrataba Lewis sean unos completos idiotas.

- Pues mira, pregúntale a Lewis. Dile que Rose, su hija - enfatice - está aquí.

Fue tan satisfactorio ver cómo su cara fue perdiendo el color. Noté como sacó un comunicador de su bolsillo.
Tuvo una charla breve con alguien que no parecía ser Lewis.

-¿Y? - cuestione enfadada.

- Puede pasar señorita Onisse.

Oh no, miré de reojo a mi acompañante, ya sabían con quién estaban lidiando.

Lamentablemente no dejaron entrar a Magus, pues se dieron órdenes desde adentro de que solo entre yo.

- Estaré bien.

- Rose - me tomó del brazo, miró sigilosamente al hombre y me susurró - No bebas ni comas nada de lo que te dé ese hombre.

Supe que con "ese hombre" se refería a Lewis, y entendí rápidamente que también se refería al destino de Philip.

- Seré precavida - murmuré para finalmente adentrarme a la mansión.

Todo parecía estar igual que siempre, a excepción de unos cambios que eran muy notorios.

- Rose querida, te estabas tardando mucho.

Su voz. Su escalofriante voz. Me giré para verlo caminar con una sonrisa demasiado alegre para mí gusto.

- Lewis.

Me besó la mano, tomándome de sorpresa.

- Qué dicha, pero a decir verdad me alegra verte por aquí. Pensé que la vida fuera de Grecia te había terminado matando.

- Claro que no, no sería capaz. ¿Dónde está mi madre Lewis?

- Creí que estaba contigo. Hace tiempo que no pisa estas tierras.

Miente. Miente. Le mantuve la mirada fija por unos instantes.

-¿Quieres vino, Rose?

- No gracias.

No podía pensar en la posibilidad de que mi madre no esté aquí, si la misma Sophie la había visto.

-¿Qué quieres de mi?

Me acerque a él - Quiero saber dónde está mi madre. Se por fuentes cercanas que ella estaba aquí.

Primer error.

-¿Que fuentes? - su rostro se endureció.

- Entiendo, ya me parecía extraña la jovencita que merodeaba por aquí en la última fiesta que di.
Supongo que sé de que va todo esto.

Tocó una campana y una mujer perfectamente alineada y con un vestido negro bajó, posicionandose a su lado. Una prostituta. Una prostituta que tenía rasgos más que similares a los de mi madre.

- Tu madre se fue, no sé dónde - acarició a la mujer. Me dió asco - entonces compré una réplica de ella, ¿Qué te parece? No es tan desobediente como tu madre.

El calor que tuve al entrar en Grecia se fue muy rápidamente. Era repugnancia lo que sentía ahora

La mujer dió una leve reverencia y se fue, la seguí con la mirada hasta que desapareció.

- ¿Algo más? No creo que hayas volado hasta aquí solo para preguntarme por Adele.

- Eres mi padre. Eres un monstruo, pero eres mi padre.

- No se si prefiero ser un monstruo o estar ligado a alguien como tú - tomó el borde de mi chaqueta - la primera opción suena mejor.

- Mi mamá dejó la prueba de ADN en California, cuando la ví era demasiado tarde.

La carcajada retumbó por todo la habitación -¿Te refieres a la prueba de ADN con la que la ingenua Adele me quiso engañar para que no mate a tu padre, para que no lo mate a Philip?

Y esas últimas palabras sonaron en mi cabeza por los últimos tres segundos..
Quería llorar, o gritar, o irme de aquí.

- Que arriesgado de tu parte venir hacia aquí, ví cada uno de tus movimientos por las últimas trece horas. ¿Con que nadie sabe que estás aquí, eh?

Palpo su bolsillo a propósito, para mostrarme que tenía un arma.

No es bueno haber venido. Definitivamente esto era una mala idea.

- Es hora de que me vaya.

-¿De que te vayas? - preguntó con falso arrepentimiento - pero si recién llegaste, y la fiesta recién empieza para mí.

Lo supe en su mirada, en su sonrisa maniaca. No estaba con mi padre, estaba con un psicópata.




Diamantes con sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora