1. Quinto año: Hogar.

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Lo único bueno que me emociona de este primero de septiembre es volver a Hogwarts, empezaría mi quinto año y ya no tendría que soportar a mi padre, mi casa y todo lo que conlleva eso, por lo menos hasta las vacaciones de navidad.


Nacer en la familia Avery y ser una Gryffindor no era nada fácil. No tengo una buena relación con mi padre debido a sus creencias en la pureza de la sangre. El suele decir que paso mucho tiempo con mis amigos "sangre sucias" y "traidores a la sangre", según él. Mi madre murió en dándome a luz y lo único que se de ella es que su nombre era Vega y que se casó con mi padre, Colin Avery, luego de la segunda guerra mágica. Mi familia ha seguido tradiciones de sangre pura por siglos (tradiciones que odio y que pienso que son bastante inmaduras y estúpidas) y en mi casa he encontrado objetos con magia oscura la cual mi padre ha querido obligarme a practicar. Odio la magia oscura ¿porque siendo personas que tienen un poder único y tan hermoso lo desperdiciaría en hacerlo daño a algo o alguien?. Jamás entendí porqué debo hacerlo, no quiero y no lo haré, y se que mi padre me odiará más por eso pero realmente no me importa. Últimamente me importa muy poco lo que piense de mi y todas las cosas hirientes que suele decirme por no dar el ejemplo de la familia.

Ya tenía todo perfectamente guardado en mi baúl desde la noche anterior, mis libros, mis túnicas nuevas, mi uniforme de Gryffindor, mi escoba, mi uniforme de Quiddich y todo lo demás. Desperté temprano Boink, el elfo doméstico, gruñéndome en la cara diciéndome que mi padre me esperaba en el comedor para desayunar antes de irnos así que rápidamente me alisté para bajar.

—Buenos días padre.— murmuré al entrar al comedor, caminando rápidamente hacia mi lugar en la mesa.

—Hasta que al fin te levantas, come rápido o llegaremos tarde.— responde con su típico mal humor antes de llevarse un pan a la boca.

Asentí sin chistar y tomé un poco de té antes de comenzar a comer mi tostada con mermelada de arándanos.

—Ve por tus cosas, te espero en la chimenea y no tardes.— me ordena una vez que ambos terminamos de desayunar.

Asiento nuevamente antes de subir por mi baúl y dándole una última mirada a mi habitación antes de partir. No es una habitación muy interesante, tengo mi cama en el medio, un ventanal con vista al parque de la propiedad, una pequeña biblioteca con libros de astronomía que jamás he leído, un pequeño banderín de Gryffindor colgado sobre mi cama y un escritorio con fotos de mis amigos en pequeños cuadros. En mi foto favorita nos encontramos los cuatro, Ruby, Lorcan, Alec y yo. La foto había sido tomada por el hermano gemelo de Lorcan, Lysander y la fotografía no se movía porque había sido tomada con una cámara muggle que el papá de Ruby le había regalado para su cumpleaños de ese año. Ella es nacida de muggles y me fascina escuchar como vive fuera de la escuela. Lorcan es mi mejor amigo en el mundo, su madre es genial y siempre ha sido muy amable conmigo (además de que sus pudines caseros son exquisitos) y Alec es una persona increíble, siempre tiene algo para decir que nos hace reír a todos, tiene un humor algo extraño pero al mismo tiempo sabe cuando ser serio. Junto a esa foto hay otra en donde estamos Ruby y yo abriendo regalos de navidad en casa de Alec, esta foto si se mueve y ambas salimos dándonos un gran abrazo luego de intercambiar nuestros regalos, otra foto en la que estoy con Lorcan subiendo a un árbol cuando estábamos en primer año, otra junto a Alec en el patio de la escuela en nuestro tercer año y una última en la que nos encontramos los cuatro en el gran comedor de Hogwarts, otra foto tomada por Lysander.

Agarro mi baúl y lo llevo arrastrando escaleras abajo para luego dirigirme a la chimenea donde se encontraba mi padre. Nos metimos dentro, colocó una de sus frías y grandes manos en mi hombro derecho y con firmeza dijo "callejón diagon". Aterrizamos a unas pocas chimeneas de la estación, íbamos con tiempo así que pude limpiarme el polvo de la ropa y el rostro con un pañuelo que tenía preparado en el bolsillo trasero de mi pantalón. Avanzamos hacia la estación y corrimos por el muro entrando en el andén 9 3/4. Aún no estaba lleno así que con ayuda de mi padre metí mis cosas al tren y esperé a que alguno de mis amigos llegara, y así fue, luego de un par de minutos reconocí a los gemelos entre la multitud, sus padres hablaban animadamente con los Potter que habían llegado un momento después que nosotros. Al ver que Lorcan subió al tren, me paré frente a mi padre para poder despedirme.

Estrellas (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora