Lorcan Scamander.

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Alhena ha sido una gran amiga desde el primer día. Ambos sabíamos lo que era sentirnos distintos a nuestras familias.

Mi hermano y mis padres aman la naturaleza, les gusta ir descalzos por los bosques, ensuciarse con tierra, tocar animales, y de vez en cuando meterse en aquel aterrador maletín de mi bisabuelo.

Mi abuelo era el único que me comprendía, y aprendí mucho de el.

Desde niño me pasaba horas con el en su oficina mientras lo observaba hacer el periódico y lo escuchaba hablar. Aprendí mucho del periódico con el para poder hacerme cargo del periódico cuando el ya no esté, aunque me obligó ir a un curso de escritura al terminar la escuela.

Cuando mis padres me preguntaron si hice amigos en primer año, tengo que admitir que tenía miedo de que pensaron algo malo de Alhena, pero no fue así, jamás la juzgaron.

Recuerdo la primera vez que vino a mi casa junto a Ruby y Alec, le había mentido a su padre diciéndole que iría a jugar quidditch a un parque mágico cerca de su casa, aunque llegó tarde a casa y la castigaron.

Fue como la tercera o cuarta vez, cuando estábamos en tercero, su padre la atrapó y como castigo no sólo la encerró en su casa durante todo el verano, sino que también sólo le permitía jugar quidditch una hora una vez por semana, pero lo peor fue el golpe en su rostro. Ella solía decir que no le dolía, pero siempre noté sus muecas de dolor cada vez que hacía algún gesto exagerado o apoyaba su rostro contra la almohada.

Cuando comenzó a ver a Potter con otros ojos, fue cuando vi algo distinto en ella. Ya no lo odiaba, no lo llamaba con apodos divertidos para molestarlo, se llevaban mejor en el quidditch y no lo miraba con desprecio, al contrario, lo miraba como si James fuese la mejor escoba del mundo.

Dividí aquello en fases. La primera fueron los cambios, su mirada pasó de odio y desprecio a mirarlo como si lo analizara cada palabra y movimiento suyo. La segunda fueron notar cosas sobre el, al observarlo tanto había notado detalles de James que siempre habían estado ahí pero que ella jamás había visto sino hasta que lo observó desde otra perspectiva. El tercero fue la frustración, cuando le molestaba querer mirarlo tanto y pasar tiempo con el, estaba cayendo de a poco. Y el cuarto fue el enamorarse perdidamente de el, se dio cuenta que en realidad no lo odiaba, se había cegado a si misma por la rivalidad de niños que había entro ellos, más bien que ella había creado por si misma. Se dió cuenta que lo amaba y amaba cada detalle de el.

Eso era algo que realmente admiré de ella, y en parte era algo de celos, porque sabía que yo jamás podría ser capaz de hacer algo así y enamorarme tan profundamente y amar tanto a alguien como Alhena amó a James. Creo que esa era una de las razones por las que lastimé a Amy, y me odiaba por eso, porque Amy era una buena chica y merecía ser amada, pero yo no pude darle lo que Alhena le dió a James, ni lo que James le dió a Alhena.

Verla jugar al quidditch era algo mágico. Se movía de una forma tan rápida y ágil que a veces era difícil seguirla con la mirada. Ella amaba el quidditch, lo amaba tanto como amaba a James, a su hermano, al resto de su familia y a sus amigos.

Me entristece saber que jamás tuvo su oportunidad en el quidditch.

La extrañaré siempre, la recordaré con cariño, nostalgia y amor. La recordaría al ver un partido de quidditch, al ver a Scorpius o a James, al hablar con Ruby y Alec, al mirar las estrellas, observar escarbatos y al leer aquellas revistas de chismes sobre jugadores de quidditch que tanto le divertían.

La recordaré siempre.

Estrellas (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora