James Sirius Potter

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Una parte de mi murió también aquel día.

El trauma que eso provocó en mi será algo que nunca podré sanar.

Lo recuerdo como si fuese ayer, aunque no se cuántos días han pasado porque no puedo dormir.

Su cuerpo completamente lastimado, su voz debilitada, su brazo sangrando, su rostro pálido y pidiendo por poder respirar.

Jamás había llorado tanto como en el día de su funeral.

—James.—se escuchó del otro lado de la puerta.—Soy Albus.

—Pasa.—dije aún sobre la cama.

—¿Cómo estás?—preguntó acercándose a mi. Sólo pude hacer una mueca.

—¿Dónde estabas?—evadí su pregunta.

—Con Scorpius.—respondió y asentí.

—¿Cómo está el?

—Mal, muy mal.—soltó un suspiro.—Todo su familia lo está.—hice una pausa antes de hablar.

—¿Tu crees que...debería ir a verlos?—pregunté y el asintió.

—Yo creo que si.—asentí a su respuesta y me levanté de la cama.

—Iré ahora.—dije buscando mis zapatos.

—¿Quieres que te acompañe?—negué su pregunta.

—Avísale a mamá dónde estoy si pregunta.—dije antes de salir de mi habitación.

Bajé las escaleras y me metí a la chimenea, tomé un poco de polvos flú y fui a su casa. Al llegar, parecía no haber nadie, todo estaba en completo silencio.

—¿Hola?—pregunté saliendo de la chimenea y el elfo salió.

—Los amos están arriba.—respondió sin ganas antes de irse.

No sabía si debería subir o no, pero lo hice. Subí las escaleras y caminé por el pasillo, quedándome parado frente a su habitación, la cual estaba cerrada.

—¿James?—una voz se escuchó y al voltearme, Scorpius estaba ahí.

—Hola.—traté de sonreír.

—Hola.—respondió.

—¿Cómo estás?—pregunté luego de estar unos segundos en silencio.

—¿Cómo estás tú?—evadí la pregunta también.—¿Quieres pasar?—señaló su habilidad.—Yo entro a veces.

—Si.—asentí y Scorpius abrió la puerta.

Parecía que la habían dejado tal y como ella la dejó, su cama estaba ordenada, había unos zapatos junto a la cama, pergaminos y libros en su escritorio, regalos de navidad y la luz del velador seguía encendida.

Mi vista se fijó en la estrella sobre su cama que le había regalado para una navidad.

—Hay muchas cartas y fotos tuyas.—habló Scorpius dándome una caja color rosa.

La tomé en mis manos y la abrí, dentro había muchas cartas que le había enviado a lo largo de los años y varias fotos. No pude evitar que una lágrima bajara por mi mejilla y le devolví la caja.

—También tengo muchas fotos y guardé todas sus cartas.—Scorpius sonrió y dejó la caja en su lugar.—¿Cómo están tus padres y tus abuelos?

—Mamá siempre está en el jardín, a veces papá la acompaña pero el suele estar en su habitación, el abuelo se pasa horas en la biblioteca y la abuela trata de distraerse tejiendo, pero no funciona porque siempre termina llorando.—hice una mueca al escucharlo.

Estrellas (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora