67. Verano: Fin de semana con Ruby.

129 11 0
                                    

El viaje en autobús fue tranquilo, y menos de una hora y media ya habíamos llegado.

—Vamos, ya casi anochece.—dijo Ruby mientras caminábamos por el vecindario.

Miraba las casas con total atención, todas eran parecidas, las calles se veían tranquilas y pasaban autos muggles de vez en cuando.

—Llegamos.—dijo dejando de caminar en una gran casa.

La casa de Ruby era muy bonita. Tenía dos pisos, por fuera era de ladrillos colorados con las ventanas blancas, una puerta de madera, el techo oscuro, un gran jardín con todo tipo de plantas, el césped verde y cercas blancas.

—Es muy bonita.—dije mientras nos adentrábamos.

—Mis padres ya llegaron.—dijo al ver las luces encendidas y sacó una llave de su bolsillo para abrir la puerta.—¿Mamá? ¿Papá? llegamos.—se adentró en la casa y entré detrás de ella.

—¿Ruby?—su padre apareció en el pasillo.—Hola cariño ¿Cómo la pasaste?—con una gran sonrisa se acercó a abrazarla y ella correspondió.

—Hola papá, muy bien.—sonrió separándose del abrazo.

—Hola Alhena.—me sonrió.

—Hola señor Mckagan.—sonríe también.

—Cariño, las niñas llegaron.—dijo el padre de Ruby mientras los tres caminábamos por el pasillo.

—Aquí estoy.—se acercó la madre de Ruby, quien era muy parecida a ella.—Hola, preciosa.—besó sus mejillas y la abrazó también.—Hola Alhena.

—Hola.—sonreí.

—Pónganse cómodas mientras termino la cena, las llamaré cuando esté lista.—dijo su madre y asentimos.

—Ven, Alhe.—caminé detrás de Ruby hacia la escalera para ir al piso de arriba, para luego ir a su habitación. 

La habitación de Ruby era espaciosa, tenía su cama contra la pared, una gran ventana, muchísimas fotos, trofeos y medallas de cuando solía patinar, un par de muebles, libros, una alfombra circular en el suelo y un pequeño baño, pero lo que más me llamó la atención era un aparato rectangular que había sobre una cajonera.

—¿Qué es eso?—pregunté apuntando al aparato.

—Oh eso.—sacó su varita de la mochila y la guardó en un cajón.—¿Recuerdas la vez que fuimos al cine?—asentí.—Es lo mismo pero más pequeño, y no sólo puedes ver películas, también programas, las noticias e incluso videos musicales.

—Increíble ¿Cómo se llama?

—Televisor.—soltó una risita.

—¿A qué hora vienen Alec y Lorcan mañana?—pregunté quitándome la mochila.

—Dijeron que como a las diez.—tomó mi mochila y la dejó sobre la cama.—Mira esto.—se sentó en su cama mientras buscaba algo en su cajón.

Me senté a su lado y del cajón sacó un pequeño aparato parecido al televisor pero mucho más pequeño, tanto como la palma de su mano, y tenía una especie de goma color rosa al rededor.

—¿Es otro televisor?—pregunté confundida.

—No.—soltó una risita y apretó un botón que tenía a los costados para encenderlo.—Es un teléfono celular.

—¿Para que sirve?—pregunté curiosa.

—Puedes hacer llamadas, enviar mensajes, tener redes sociales, mirar películas y series, ver las noticias, tomar fotografías y muchas cosas más.—dijo colocando un código de números con su dedo en la pantalla.—Adelante.—dijo cuando escuchó que alguien tocaba la puerta.

Estrellas (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora