83. Séptimo año: Va a volver.

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El siguiente capítulo contiene escenas de violencia y golpes (incluidos a un niño), puede ser sensible para algunas personas y esas acciones que están representadas en este capítulo están aquí nada más que para ficción y no son tolerables ni mucho menos las apoyo fuera de esta historia.

Luego de la cena y de que mamá nos enviara a la cama, aguanté mi sueño hasta casi la madrugada para estar segura de que todos estuviesen dormidos.

Me levanté de la cama y haciendo el mayor silencio posible, cambié mi pijama, me puse los zapatos, tomé mi varita, mi mochila, metí el frasco con las lágrimas de Vinda y salí de mi habitación en silencio.

Las escaleras eran de mármol, así que si caminaba despacio no haría ruido con mis zapatillas. Pero el problema era salir de la casa, las puertas tenían seguro y hechizos, y las ventanas harían demasiado ruido.

—¿Joven ama?—me sobresalté al escuchar a Dinger.

—Shh.—llevé mi dedo a mis labios.

—¿Se siente enferma? ¿Tiene hambre?—negué a sus preguntas y una idea pasó por mi cabeza. Dinger podría sacarme de aquí sin que nadie se enterara.

—Dinger necesito que hagas algo por mi.—susurré.

—Lo que la joven ama pida.

—Necesito que me hagas desaparecer de aquí y me hagas aparecer en el patio trasero, pero nadie debe saberlo nunca.—susurré.—Será nuestro secreto.

—Pero eso está en contra de las reglas del amo Lucius.—negó el elfo.

—Dinger por favor.—supliqué y solté en suspiro.—Sácame de aquí sin que nadie se entere y no le dirás a nadie. Es una orden.—me odié a mi misma por decir aquello.

Me observó por unos segundos antes de acceder, extendí su mano hacia el y segundos después sentí el mareo de la aparición, cerré mis ojos y al abrirlos estaba en el patio trasero.

—Escúchame Dinger.—dije luego de unos segundos.—Nada de esto puede saberse más que entre tu y yo, ni siquiera a mi abuelo ¿si?

—Si joven ama.—asintió.

—Hice un traslador que me llevará a mi antigua casa, debo ver algo en un pensadero y luegi volver, pero necesito que vayas conmigo para que pueda volver aquí en cuanto termine, pero te prometo que será rápido y nada peligroso.

—Dinger entiende, joven ama.—le sonreí.

—Toma mi mano.—extendí mi mano hacia el elfo y en cuanto la tomó, coloqué mi mano sobre el traslador, el cual nos sacudió y nos hizo aparecernos en mi antigua casa.

—¿Esta es la casa de la joven ama?—preguntó Dinger mirando el lugar.—Está sucio, Dinger tiene que limpiar.

—Es mi casa.—asentí.—No tienes que limpiar ahora, otro día te traeré para eso ¿Si?—comencé a caminar hacia el sótano.—Puedes acompañarme si quieres.

Bajé las escaleras junto a Dinger, moví el mueble con ayuda de mi varita y abrí la puerta, encontrándome con el pensadero.

De mi mochila saqué el frasco y me acerqué, la luz era muy fuerte y sabía que si la miraba demasiado me dolería la cabeza, pero no me importó. Abrí el frasco dejando caer las lágrimas en aquel líquido y metí mi cabeza.

Se sentía extraño, ya no escuchaba los pasos de Dinger ni mi propia respiración, sólo voces, llantos y gritos. Tampoco entendía muy bien lo que veía, hasta que un recuerdo apareció, no sabía si lo veía o si estaba en mi cabeza, pero lo recordaba porque yo también estuve ahí. La noche en la que mi padre hizo una reunión y me dijo que me haría tomar la marca.

Todo se veía como lo recordaba, sólo que desde otra perspectiva y escuchaba las voces de todos los que estaban presentes.

Luego aquello de desvaneció y ahora veía un lugar que no conocía. Era oscuro y había libros, parecía una biblioteca.

Papá por favor no.—vi a Vinda llorar y su madre también lloraba pero su padre estaba serio y gritaba.

¡Harás lo que yo te digo! Y ni siquiera se te ocurra desobedecerme.—su padre le gritaba en la cara y ella lloraba más.

¡Déjala en paz! ¡No la obligues a esto! ¡Vas a arruinarla!—su madre gritaba entre llantos.—¡Es sólo una niña!

—¡NO ES UNA NIÑA! ¡DEBE APRENDER SUS RESPONSABILIDADES!

—¿DE QUÉ RESPONSABILIDADES HABLAS? DEJA EL PASADO ATRÁS, TIENES OTRA OPORTUNIDAD Y NO SÓLO LA ARRUINAS PARA TI, LA ARRUINAS PARA TU HIJA.

—¡CÁLLATE!

Lo qué pasó después me dió ganas de llorar, su padre comenzó a golpear a su madre y Vinda sólo podía gritar y llorar pidiendo que la dejara en paz, incluso la golpeó a ella también.

Si no lo haces.—se acercó a Vinda.—La mato enfrente de ti.

Pasó a otro recuerdo. Más reuniones de mortífagos dónde le pedían información sobre los libros de la sección prohibida de la biblioteca de la escuela, incluso la amenazaron con lanzarle la maldición cruciatus a ella y a su madre si no lo hacía, así que lo hizo.

Luego vino el peor. El día que la marcaron.

Hoy, Vinda II Rosier jura lealtad eterna hacia Lord Voldemort, cumpliendo cada uno de sus deseos.—uno de los mortífagos la sostuvo fuerte del brazo y dejó la marca en su brazo.

Ella sólo podía gritar y llorar mientras los rostros de todas aquellas personas, incluidas las de su padre, se llenaban de orgullo.

Escúchame bien.

Ya no veía nada, sólo escuchaba la voz de Vinda en mi cabeza.

Lo tienen todo listo, sólo esperan que el día llegue. Al volver a la escuela, el segundo fin de semana mi familia pedirá permiso para salir por ese fin de semana con la excusa de visitar la tumba de mi abuelo.

No es cierto.

Ese mismo viernes por la noche, aquí en tu casa, todos ellos se reunirán, traerán el giratiempos y nos harán viajar.

Te dijo la verdad con la esperanza de que puedas ayudarme. Yo no quiero esto, jamás lo quise. Debes encontrar la manera de venir y destruir el giratiempos, te ayudaré en todo lo necesario si es que así lo quieres.

Yo ya elegí mi bando en secreto, no soy tan valiente como tú pero lo intenté, de veras que lo intenté.

Si estás de acuerdo en esto, al llegar a la escuela te veré en el tren y hablaremos más a detalle.

El silencio se hizo presente y saqué mi cabeza de ahí. No sabía cómo había aguantado tanto la respiración ahí abajo, pero con la respiración acelerada, el agua cayendo por mi rostro y tratando de procesarlo todo, comencé a llorar.

Habían avanzado tanto, ella había sufrido tanto y yo no me había dado cuenta.

Me había prometido a mi misma que destruiría el giratiempos y haría hasta lo imposible para evitarlo, pero fallé.

Iba a arreglarlo y no se saldrían con la suya.

Estrellas (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora