80. Séptimo año: Recuerdos de una lágrima.

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Habíamos ganado todos los partidos de quidditch y los partidos no comenzarían hasta luego de las vacaciones. Pero ahora tenía otra preocupación: tareas.

—¿Qué harán en navidad?—preguntó Lorcan.

—Seguramente esté en casa.—respondí mientras comía mi almuerzo.

—Con mis abuelas.—respondió Ruby.

—Afortunadamente no estaré con mis tías.—sonrió Alec.—Iré con Alice.

—Tengo ir a la biblioteca luego del almuerzo.—¿Alguno más viene?

—Tengo oclumancia, no puedo.—respondió Alec.

—Saldré con Bonnie.—respondió Ruby.

—Yo iré, tengo mucha tarea que terminar.—hice una mueca y continúe comiendo.

-o-

Estaba hace una hora sentada tratando de terminar mi tarea de pociones pero no comprendía mucho el tema, y tampoco me importaba demasiado.

—¿Encontraste algo sobre los ingredientes que se encuentran en distintas estaciones?—le pregunté a Lorcan y sonreí cuando me dió su pergamino.

Copié la tarea de Lorcan, terminé el cuestionario de historia de la magia y ahora estaba con la tarea de transformaciones.

—Tengo que ir al baño, ya vuelvo.—dije luego de un rato. Si no iba mi vejiga iba a explotar.

—De acuerdo.—asintió Lorcan.

Me levanté de mi asiento y me dirigí al baño, parecía estar vacío así que me metí al primer cubículo. Cuando estaba a punto de salir, escuché que alguien entraba, normalmente hubiese salido sin importarme mucho, pero la persona que entró estaba llorando.

Tratando de hacer el menor ruido posible, incluso controlando mi respiración para que no se escuchara, tratando de saber de quién provenían aquellos sollozos.

Escuché el sonido de algo caerse, creo fue una mochila porque había libros desparramados por piso del baño.

Tratando de no hacer ruido, abrí la puerta del cubículo unos centímetros, lo suficiente para dejarme ver a la persona que lloraba.

Era Vinda.

Se miraba al espejo mientras sollozaba, sollozos que luego se convirtieron en un llanto fuerte. Se veía incluso peor que hace unos días, demasiado pálida, los ojos rojos e hinchados, los labios rotos, ojeras, el cabello desordenado, la mirada perdida y marcas en sus manos.

Se quedó callada por unos segundos, se alejó un poco del lavabo y llevó su mano derecha a la manga de su ropa del brazo izquierdo, levantándolo con lentitud.

Vinda Rosier tenía la marca.

Con la yema de sus acarició suavemente su piel, pero comenzó a llorar nuevamente, apretando su antebrazo con su mano con fuerza y llevándola a su pecho, cerrando sus ojos y dejando salir su llanto. Me sentí muy mal al verla.

—¿Vinda?—susurré saliendo del cubículo.

Sus ojos se abrieron de golpe y me miró por el reflejo del espejo.

—Alhena.—susurró y se volteó.

—Tienes la marca.—murmuré acercándome a ella.

—Yo no quería.—negó mientras sollozaba.—No quería, enserio no quería.—las lágrimas bajaban por sus mejillas rápidamente.—Fui obligada, no quiero esto.

—¿Tus padres te obligaron?—negó.

—Mi padre y...—hizo una pausa.—El resto de ellos.

—Déjame ayudarte.—me observó por unos segundos y negó.

—No puedes.—susurró y se inclinó tomando su mochila, tomó un frasco y lo acercó a su cara, dejando que sus lágrimas cayeran dentro.

—¿Qué haces?—la miré extrañada mientras cerraba el frasco.

—Escúchame bien.—dijo firme.—Debes ir a tu antigua casa, verás que el hay un sótano escondido, en el subsuelo detrás de una vieja biblioteca con velas, detrás de eso hay un cuarto.—la miré sorprendida ¿Cómo sabía eso? Ni siquiera yo lo sabía.—Hay un pensadero ahí dentro, debes meter mis lágrimas al agua y meter tu rostro, ahí lo verás todo.—explicó y me quedé sin palabras.

—¿Pero cómo...—me interrumpió.

—Es importante que vayas sola, sólo tu puedes verlo.—asentí tomando el frasco.—Por favor no me odies.—dijo antes de tomar sus cosas e irse.

-o-

—¿Eso dijo?—preguntó Ruby. Mis amigos y James nos encontrábamos en la torre de astronomía.

—Eso dijo.—solté un suspiro mientras miraba el frasco entre mis manos.—No lo entiendo.—negué.—Yo no sabía que teníamos un pensadero.

—¿Cómo harás para ir sola? Tus padres no lo permitirían.—preguntó James.

—Les diré que quiero ir, veré la casa y comprobaré que haya algo detrás del mueble con velas viejas, si hay algo volveré esa misma noche por mi cuenta.

—¿Cómo saldrás de tu casa sin que tus padres o tus abuelos se den cuenta?

—Usaré un traslador.—suspiré.—Investigaré en la biblioteca antes de las vacaciones.

—Tienes una semana para eso.

Estrellas (James Sirius Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora