Capítulo 53

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Siento su caricia como si fuera una llama que hubiera dejado un rastro abrasador a su paso.

Curvo los dedos de forma instintiva, pero ella evita que los cierre al cubrirlos con los suyos.

-—No. Vas a reabrir la herida y empezará a sangrar otra vez. No la muevas.

Me suelta la muñeca, y estoy tan confundida que hasta le obedezco. Veo que se agacha para sacar un botiquín de debajo del lavabo.

-—Igualita que mi madre. Siempre preparada.

Las palabras salen de mi boca por su propia voluntad. Calle se endereza despacio y esos ojos avellanas oscuros me atraviesan.

-—No creas que me parezco en algo a tu madre. No podrías estar más equivocada.

Mientras saca algo del botiquín, replico sin pensar

-—Tienes razón. Mi madre es una buena mujer y, por lo que he visto hasta ahora, tú no tienes nada bueno.

-—Por fin lo vas captando

Dice ella, con su característica sonrisilla. Y, en ese momento, algo me quema de verdad e intento apartar la mano que ella me ha vuelto a sujetar por la muñeca. No me suelta. En cambio, me abanica la herida con la mano libre.

-—¿Qué me has hecho?

-—Tranquila. Es apósito líquido. Es más efectivo en la palma de la mano que la cura que te has hecho con la gasa y el esparadrapo. Dejará de doler dentro de nada.

Sigue abanicándome la herida para aliviar el dolor.

-—¡Podrías haberme avisado! ¡Joder, eso quema!

La expresión de Daniela calle es impasible.

-—Nunca le he dado a nadie tantas advertencias como a ti. Pero parece que no funcionan, porque eres la mujer más cabezona que he conocido en la vida. Y si crees que esto duele, es porque no sabes lo que es el dolor de verdad.

Me suelta la muñeca y devuelve el botiquín de primeros auxilios a su sitio mientras el dolor se me va pasando. ¿Le doy las gracias? Me lo estoy planteando cuando ella se endereza y me siento diminuta a su lado, un detalle del que no me había percatado porque hasta ahora no habíamos estado tan cerca.

-—Vístete. Vamos a cenar tarde por tu culpa.

Sale del cuarto de baño, pero se detiene en el dormitorio para añadir por encima del hombro a modo de despedida

-—Y que no se te olvide el vibrador o lo interpretaré como una invitación para inclinarte sobre la mesa del comedor y follarte ese coñito tan prieto que tienes mientras sirven el primer plato.

Sempiterno < CACHÉ G!P >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora