Capítulo 4

465 33 3
                                    

queda bajo el haz de luz.
«Ay, madre del amor hermoso, mario. ¿Qué has hecho?»
El corazón se me va a salir del pecho.

—¿Quiere saber cuánto dinero pidió prestado su marido poniendo de aval esta empresa?

—¿Cuánto?
le pregunto al tiempo que me inclino hacia ella, en contra de mi voluntad.

—Medio millón de dólares. Jadeo al oírlo.

—Miente. Ella planta las dos manos en la mesa y se inclina hacia delante, de modo que su cara queda expuesta a la tenue luz. Facciones duras que parecen esculpidas en granito, penetrantes ojos oscuros pero un toque de avellana y una mirada pétrea que contrasta con la relativa cortesía del traje que le sienta como un guante.

—Nunca miento.

«¿Medio millón de dólares?
Imposible». —Si Mario hubiera pedido prestada semejante cantidad de dinero, lo sabría. De manera que no lo hizo. Se encoge de hombros como si mis palabras no le importasen en lo más mínimo. Y tal vez sea verdad.

—Su firma dice que lo hizo… y la deuda ha vencido.

Clavo los ojos en el documento de la mesa. Si de verdad lo ha hecho… los efectos serían catastróficos. Cuatro generaciones de Garzón  han empeñado sus esperanzas, sus sueños y su fortuna para mantener vivo este legado. No puede acabar conmigo.

—No tengo el dinero.

—Lo sé. Su respuesta me hace retroceder de golpe.

—¿Y por qué…?

Sempiterno < CACHÉ G!P >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora