Capítulo 15

281 23 1
                                    

Aparco mi Honda Civic de doce años en una plaza de invitados en el aparcamiento del nuevo edificio de apartamentos más fino de Nueva Orleans. Está lleno de coches que valen al menos diez veces más que el mío. Y aunque mi madre desapruebe el camino que ha elegido Laura , no se puede negar que es muy lucrativo.

Ostenta la distinción de ser una de las madamas más exclusivas de Nueva Orleans, y nunca me ha contado cómo llegó a serlo. Todo lo que sé me ha llegado por anécdotas, incluida la de que su librito negro de clientes es bien gordo. Y lo más importante: laura tiene trapos sucios de casi todos ellos, o eso me aseguró la noche que celebramos que me hiciera con las riendas de Garzón Guzmán inc.
Salgo del coche y cierro la puerta, con cuidado de no darle al Porsche que hay aparcado al lado, y se me acelera la respiración. Va a decirme que lo llevo crudísimo. Atravieso el limpio suelo del aparcamiento hasta llegar a los ascensores y pulso el botón para llamarlo. Aparece enseguida y, en cuestión de segundos, estoy delante de la puerta de su apartamento del sexto piso. Todavía no ha llegado al nivel de poder permitirse el ático, pero no me cabe la menor duda de que esa es su meta. Por las venas de laura corre el mismo espíritu emprendedor que por las mías, puede que incluso más. A lo mejor por eso somos almas gemelas.
Las dos trabajamos en el mundo del pecado.
Llamo una sola vez y abre la puerta, y su bata de seda de color melocotón acentúa sus voluptuosas curvas. En vez de la sonrisa normal que suele regalarme cuando vengo de visita, me coge del brazo y me mete en el apartamento de un tirón. Cierra la puerta con fuerza y echa la llave. Me vuelvo para mirarla con un nudo en la garganta.

—Pinta mal, ¿verdad?

—¿Dónde has metido el whisky ese? Lo vamos a necesitar.

Saco la botella del bolso de Cristian dior que ella me regaló la noche de la celebración y se la doy. Laura me la quita de las manos y se la lleva a la encimera mientras yo la sigo.

—Hay cosas en mi mundo que nunca deberían tocar el tuyo, poché. Tú eres todo dulzura y luz, aunque haces un whisky de puta madre. Pero te ha tocado y no tengo ni puta idea de cómo te vamos a sacar de este follón.

Levanta un brazo y coge dos vasos de los estantes de cristal situados en la zona de bar para llenarlos de whisky, tres dedos en cada uno.
Laura siempre se muestra segura, atrevida, y nunca da signos de titubear. El hecho de que se comporte de forma totalmente opuesta a lo habitual hace que el corazón se me acelere, hasta que late al ritmo que imponen sus largas uñas acrílicas sobre la encimera.

—¿Qué quieres decir? —pregunto despacio, porque me da la sensación de que voy a necesitar una explicación igual de lenta.

—Te han marcado, guapa.

—¿Y eso qué quiere decir? —Me resulta imposible disimular el miedo de mi voz.

—He investigado un poco.

—¿Cómo? Si te lo acabo de contar… Me interrumpe con un gesto de la mano.

—Sabes que soy capaz de llegar al fondo de un asunto antes de lo que las viejas chismosas del barrio tengan otro chisme. No te sorprendas tanto.

Sempiterno < CACHÉ G!P >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora