Mi madre intentó extirparla de mi vida, pero así no funciona la amistad, al menos no para mí. Laura fue la que le dio una paliza a Jill Barnard cuando me corté el pelo en cuarto de secundaria, algo que le costó que la expulsaran temporalmente. Me enseñó a ponerme los tampones. Me llevó a la clínica para conseguir un método anticonceptivo después de que un chico de un colegio privado me invitara al baile de graduación, porque juró que no iba a permitirme cometer errores tontos con mi vida. Laura es la hermana mayor que nunca he tenido. La que me protegía y la que siempre se aseguraba de que no me metía en líos. Mi lealtad hacia ella es incondicional y, en mi opinión, la forma en la que se gana la vida solo es asunto suyo.—lau, tengo un problema.
—¿Qué pasa? ¿Te ha tirado los tejos otro dueño de un restaurante que solo servirá Garzón guzman si antes tienes una cena privada con él para hablar del tema?.
Casi puedo verla poner los ojos en blanco al otro lado del teléfono. Esa ha sido toda la relación que he tenido con el sexo opuesto desde la muerte de mario, y ella lo sabe muy bien. Entro en mi despacho y cierro la puerta antes de contestar:—Daniela calle. Ha estado aquí.
—En cuanto pronuncio su nombre, se me pone de nuevo la piel de gallina y me envuelve el seductor aroma que dejó tras ella. Seguramente voy a tener que fumigar el despacho para librarme del olor.
laura replica en voz baja:—¿Qué coño has dicho?
—danie…
—Cierra la puta boca y no vuelvas a pronunciar ese nombre en la vida. —Cierro la boca de golpe.
—No te conviene que esa mujer sepa de tu existencia. Y no podemos hablar de esto por teléfono. Me voy a levantar. Y a vestirme. —¡Joder! Su reacción le da peso a todo lo que he estado pensando. La situación no es mala. Es nefasta.
—¿Qué hago? —Detesto el miedo que me quiebra la voz.
—Mueve el culo y plántate en mi casa, y luego me cuentas hasta el último detalle de lo que ha pasado, joder. Y tráete whisky ese del tuyo, porque nos va a hacer falta.
—Tengo el día lleno de reuniones…
—poché, tu puta agenda se acaba de vaciar. Mueve el culo y vente a mi casa.
Las órdenes que suele darme laura son más en plan «poché, bébete ese chupito. No seas tan aburrida» o «poché, echa un polvo, por el amor de Dios, que se te va a secar la almeja». Dependiendo de las circunstancias, paso de sus órdenes. De esta, en cambio, no puedo pasar.
—Estaré ahí dentro de veinte minutos.
—Que sean diez.
ESTÁS LEYENDO
Sempiterno < CACHÉ G!P >
FanficEsto durará siempre y que no tendrá fin. Espero que te guste y disfrutalo.