Capítulo 3

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En busca de la policía. A lo mejor la policía puede… No sé. ¿Salvarme? Miro por encima del hombro, sin soltar el pomo mientras la puerta se cierra, y la necesidad de huir aumenta conforme la tenue luz del pasillo va desapareciendo.

—Dé un paso en esa dirección y lo perderá todo.

Mis pies se quedan clavados al suelo de cemento mientras el sudor me cubre el pecho. Normalmente, lo achacaría a que los alambiques de whisky crean una atmósfera parecida a una sauna, pero esta noche no.

—¿Qué quiere? —le pregunto en voz baja—. ¿Por qué ha venido?

El sillón cruje de nuevo cuando se levanta, y esos anchos dedos se abrochan los botones de la chaqueta, pero la luz sigue sin iluminarle la cara.

—Tiene una deuda conmigo, señorita Garzón , y he venido a cobrarla.

—¿Una deuda? Me devano los sesos para averiguar cómo narices le debo dinero. Nunca nos han presentado. Joder, si ni siquiera la he visto, solo oí su voz una noche, escuchando a hurtadillas. Mi clase no se mezcla con la suya… En fin, al menos, la mayoría de los de mi clase no lo hace. Hace tiempo, corrió el rumor de que tuvo de amante a matu garces , una chica de esta ciudad, hasta que ella desapareció hace un año. Me niego a seguir ese pensamiento.

—¿De qué habla?

De alguna manera, consigo hacer la pregunta. Dos dedos empujan un documento con el encabezado de Reconocimiento de deuda sobre la arañada mesa de madera hasta que....

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