—No. No más esperas. Voy a pasar a la ofensiva. Dime dónde tengo que ir y lo que tengo que decir.—Es una mala idea, poché.
-- El corazón se me acelera y se me forma un nudo en la garganta que casi me impide hablar. A lo mejor es el sentido común que está intentando intervenir. «Pésima». Trago saliva y le doy la orden una vez más.—Dímelo, laura. -- Durante unos cuantos segundos, creo que no va a decírmelo, pero al final suelta la información.
—Piensa bien lo que vas a hacer, guapa. No te conviene cabrear a esta mujer. Hay un montón de gente en la cuerda floja contigo, y no lo digo por egoísmo. Yo estoy preparada para conocer al Creador el día que toque, pero me gustaría que no fuera hoy mismo.
--Respiro hondo, contengo el aliento y, después, lo expulso despacio.—Luego te digo lo que he decidido hacer.
Corto la llamada antes de que intente hacerme cambiar de idea otra vez. Tras dejar el móvil en la mesa, miro el reconocimiento de deuda que ha regido cada segundo de mi vida durante los últimos seis días. El reconocimiento de deuda que me convertirá en una puta para pagar la deuda del cabronazo de mi difunto marido.
Se me escapa una carcajada histérica. Qué ridículo parece todo. Nunca me he tragado la ridiculez esa de que la vida tiene que ser justa, pero ¿por qué me ha tenido que tocar esto? Recuerdo el momento en el que oí la voz de Daniela calle , en este mismo despacho, mientras hablaba con mario. No fue el día que firmaron el reconocimiento de deuda, eso lo tengo claro.
Fue después. ¿Tal vez discutieron sobre el pago? Ojalá me hubiera dado por pegar la oreja por una vez en la vida, porque de esa manera a lo mejor tendría algún tipo de munición con la que enfrentarme al diablo en su guarida. Lo único que recuerdo es el murmullo de mario y la ira en la voz del desconocido. Eso no me ayuda en nada.
Ahora tengo el nombre del bar y una contraseña secreta. Esto parece como el bar clandestino de la época de la Ley Seca en el que mi bisabuelo vendía whisky de contrabando para alimentar a la familia.
Los Garzón siempre hemos hecho lo necesario para sobrevivir, y yo he heredado ese rasgo de nuestro carácter. Pero ese instinto de supervivencia ¿implica esperar un día más o salir en su busca? Me cuelgo el bolso al hombro y salgo del despacho, sin haber tomado una decisión en firme.Decido esperar un día antes de hacer una locura. Al fin y al cabo, ya está todo dicho, porque es el Día D. El día de pago.
—¿Que quiere que le tatúe el qué en el culo?
--El gigante barbudo me mira con una cara de sorpresa que no habría esperado en un salón de tatuajes de Nueva Orleans llamado Voodoo Ink.—A ti te da lo mismo, ¿no?
--Se inclina hacia delante y apoya los brazos, tatuados de arriba abajo, en el mostrador.—Mire, señora, para empezar, tengo la agenda completa durante los próximos seis meses. -- Me cruzo de brazos y lo miro como si sus palabras no me impresionaran, aunque lo hacen. «¿Quién iba a decir que este sitio era tan bueno?»
—No creo que vaya a tardar más de quince minutos. Seguro que puede hacerme un huequecito en su ajetreada agenda.
Alguien se echa a reír en la trastienda y se oye el repiqueteo de unos tacones sobre las baldosas blancas y negras que se dirigen a la parte delantera del local. Una mujer despampanante con un flequillo a lo Betty Page teñido de azul eléctrico me mira fijamente.
—La única razón por la que una mujer quiere tatuarse «Sin Dueño» en el culo es por una mala ruptura.
—¿La clase de ruptura que acaba con el marido infiel calcinado dentro de un coche en Ninth Ward?
Los miro a ambos mientras siento una opresión en el pecho al soltarlo con tanta brusquedad, pero las cosas son como son. El hombre se aparta del mostrador y la mujer pone los ojos como platos. El cambio en su forma de comportarse hace que crea que ya saben quién soy. La muerte de mario desde luego que se puso en tendencia más no poder.
—Me temo que hoy no podré ayudarla y tengo la sensación de que la mayoría de los salones de la ciudad le dará la misma respuesta --dice él, y su voz ronca se ha suavizado un poco. La mujer rodea el mostrador.
—¿Qué te parece si vamos a tomarnos un café aquí al lado y así puedes «confesarte con una desconocida» para sacártelo de encima sin cometer el terrible error de hacerte un tatuaje espantoso del que te arrepentirás toda la vida?
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Sempiterno < CACHÉ G!P >
FanfictionEsto durará siempre y que no tendrá fin. Espero que te guste y disfrutalo.