Debajo veo la foto enmarcada en la que salimos mis hermanas y yo, y que suele estar colgada en la pared, detrás de mi mesa.
Mi instinto es quedarme paralizada de nuevo por el terror; pero, en cambio, decido hacer una declaración de intenciones con los dientes apretados.—Daniela calle , no me asustas. Me niego a acobardarme.
En esta ocasión, nadie me responde desde la oscuridad.
Las notas siguen llegando.
«Cuatro días», con una foto mía y de laura que nos hicimos en el Sagrado Corazón cuando estábamos en tercero de secundaria. La encontré en el asiento delantero del coche, que dejé cerrado.
«Tres días», con una copia de la foto del periódico en la que salgo con mis empleados. La he encontrado enrollada y metida en el buzón.
«Dos días», con una foto mía en mi dichoso restaurante, metida en una caja de folios en el almacén situado frente a mi despacho.
«Un día», con una foto de mis padres hecha a cierta distancia en el campo de golf, y en la que llevan la misma ropa que llevaban en el selfie que subieron a Facebook ayer. La encontré en mi bolso, que siempre guardo bajo llave en el archivador, cuando lo he sacado para buscar la tarjeta de crédito.Daniela calle ha dejado claras sus intenciones, y yo estoy a punto de volverme loca por la angustia de no saber lo que va a pasar a continuación. Suelto el bolígrafo, incapaz de concentrarme en nada, ni siquiera en la lectura de la agenda de la Convención Mundial de Whisky y Bebidas Espirituosas que se celebrará en Dublín la semana que viene y a la que no podré asistir porque garzon Guzmán inc. no puede permitirse comprar bolígrafos de más, mucho menos sufragar ese pastizal. A lo mejor el año que viene. Si sigo viva.
Estoy harta de esperar. Harta de preguntarme qué va a pasar. Cojo el móvil y llamo a la única persona con la que puedo hablar de este desastre.
—¿Dónde puedo localizarla?- No es una pregunta, es una orden, y Laura Villa no tarda en contestarme.
—Es ella quien te localiza a ti, poché, no al contrario.
—Pero me ha mandado una foto de mis padres que les hicieron ayer.
—Ya te he dicho que con ella no se tontea -- replica con serenidad.
—Vale, pues yo ya no puedo más, estoy harta de esperar. Hasta aquí he llegado. Hasta aquí. Si me busca, va a encontrarme, y te juro que va a desear no haberlo hecho. -- El silencio se alarga unos cuantos segundos.
—Cariño, tienes que rebajar ese temperamento tuyo del que te cargas. Esto no es un juego donde tú pongas las reglas. Ya te he dicho cómo funciona. Es ella quien manda o…
—O la gente muere -- la interrumpo.
—Ya lo he pillado. Acaba de dejar claro su estilo, y no puedo más. Quiero acabar con esto. Dime dónde coño puedo encontrarla.
—poché…
—No me digas que no lo sabes, porque no me lo creo. -- Laura suelta un largo suspiro.
—No lo sé con certeza y no te miento. Pero he oído que si vas a un bar concreto de Bourbon Street y dices la contraseña adecuada, alguien te examinará y puede que te lleve a verla. Si ella quiere verte. Es como la reina de Inglaterra. No puedes exigir una audiencia así sin más.
—Pues será mejor que quiera verme. Eso es lo que quiere, ¿no? ¿A mí?
—Piénsalo bien antes de cometer una estupidez. El bar y la chorrada de la contraseña solo son rumores que se oyen por ahí y, para que conste en acta, yo que tú no lo intentaría. Espera y ya está. Solo te queda un día más y ella moverá ficha.
Es como si Laura villa no me conociera desde que teníamos diez años. La paciencia nunca ha sido mi punto fuerte.
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Sempiterno < CACHÉ G!P >
FanfictionEsto durará siempre y que no tendrá fin. Espero que te guste y disfrutalo.