Capítulo II: Aroma a café

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Entramos a su apartamento sin dejar de besarnos de esa forma tan intensa chocábamos con las paredes mientras ella me guiaba a su habitación, la arrinconé contra una de las paredes de su habitación, le quité el cárdigan con delicadeza para luego quitarme mi abrigo, mis besos bajaron a su cuello, todo su cuerpo olía a ese delicioso aroma a café que me estaba enloqueciendo, sobre todo a alguien como yo que le encantaba despertar con el aroma del café recién hecho por las mañanas, deslicé mi nariz por la mitad de su pecho mientras me agachaba, tomé una de sus pantorrillas para darle un par de besos mientras bajaba el cierre de uno de sus botines para quitárselo y repetir la acción con el otro, cuando volví a pararme, ella me llegaba a la altura del pecho, sonreí al ver lo pequeña que era, ella me quitó la camiseta para luego empezar a acariciar mi espalda con fiereza deslizando sus pequeños dedos, ella desabrochó el cinturón de mi pantalón y lo bajó de un solo tiro, me quité como pude los zapatos con mis pies así como el pantalón, para luego abrir su vestido de un solo tiro algunos botones salieron volando, pero a ella no le importó, solo rio, le quité su vestido echándolo hacia atrás, la tomé de la cintura para hacer que me enrollara con sus piernas y llevarla hacia la cama, me senté con ella encima de mí, tenía a la vista sus pechos cubiertos por un brasier negro de encaje.

- ¿Nunca has visto uno? – me preguntó al darse cuenta que me quedé viendo sus senos.

- Claro que sí – le respondí – tus senos se ven deliciosos con ese brasier, pero te apuesto que se verán mejor en mi boca – dije sin pensarlo solo dejándome llevar por toda esta energía sexual acumulada que tenía, ella sonrió y alzó las cejas sorprendida.

- Demuéstramelo – me ordenó mientras me miraba fijamente, sonreí y dirigí mis manos al broche de su brasier para desprenderlo, movió sus brazos con delicadeza para quitárselo completamente y dejar al descubierto sus hermosos senos, tomé uno de ellos para meterlo a mi boca, ella se estremeció al sentir la calidez de mi lengua – Andy – jadeó, me encantó como dijo mi nombre, mi lengua poseía su seno, su piel estaba erizada, empecé a cubrir su pecho con mis besos húmedos, ella solo se dedicaba a jadear suavemente, aquel sonido era música para mis oídos – siento como crece – me dijo refiriéndose a mi miembro que rozaba contra su muslo, empezó a mover sus caderas para hacer que mi erección creciera – me muero por sentirlo dentro de mí – dijo contra mi oreja, deslizó la punta de su lengua por mi mejilla.

- Demuéstramelo – dije citando su palabra, ella sonrió seductoramente para darme un pequeño empujón y mi espalda cayera sobre su cama, yo me acomodé en la cama bajo las órdenes de su mirada, mi vista volvió a bajar sus senos, tenían el tamaño perfecto para mí, además que eran apetitosos.

- Eres un abogado muy rudo – dijo viendo mi torso mientras lo acariciaba, entendí que se refería a mis tatuajes.

- De vez en cuando, y ¿tú eres una abogada muy ruda?

CULPABLE (CON ANDY BARBER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora