Capítulo XLVII: Prejuiciosa

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- ¿Y cuáles son tus planes a futuro con mi hija? – preguntó mi madre mientras cenábamos junto a Marcus.

- ¿Planes a futuro? – preguntó él – recién vamos saliendo por dos meses – mi madre sonrió.

- No eres el indicado para mi hija entonces, ella prácticamente planeó su vida a los cinco años – le contestó – ella siempre piensa en el futuro, no se lo vayas a arruinar, ella sabe lo que queremos.

- ¿Es de esas madres? – le preguntó Marcus.

- ¿A qué te refieres con "esas madres"? – preguntó, yo solo escuchaba atentamente.

- Ya sabes, ese tipo de madre que siempre cree saber lo que es mejor para su hija sin preguntárselo, sin saber lo que ella realmente quiere.

- Sí, lo es – contesté.

- ¿Crees que no sé lo mejor para ti, Giselle? ¡Por Dios! Soy tu madre, nadie mejor que yo sabrá lo que es idóneo para ti.

- Tú crees que Jason es lo idóneo para mí.

- Obvio que él es el hombre idóneo para ti – vio a Marcus – sin ofender – Marcus se encogió de hombros – él me escribe todos los días, bueno casi todos los días para saber de ti porque aún sigues sin desbloquearlo, además quiere darte tu espacio.

- ¿Crees que un hombre que me engañó cogiéndose a mis amigas es el idóneo para mí?

- Giselle María respeta la mesa – renegó mamá – bueno, cambió por ti, daté crédito – reí.

- ¿Acaso papá te engañó alguna vez?

- Hasta donde sé no – alcé una ceja – bien, no me engañó con ninguna mujer, pero sí con su trabajo, prefería estar con sus casos a estar conmigo, y tú estás siguiéndole los pasos, era domingo por la tarde y no estabas con tu saliente, y eso que viven al frente prácticamente, durante mis primeros meses de salientes con tu padre, los dos no salíamos de la habitación.

- ¿Dónde quedó lo de respetar la mesa? – Marcus sonrió.

- Yo entiendo a mi chica, Sra. Quintanilla – dijo Marcus – sabía que ella estaba revisándole el caso al Sr. Barber – le di un pequeño golpe por debajo de la mesa, se quejó levemente – pero esas son las cosas que hacen que me enamore de su hija, su pasión y determinación son sus cualidades más especiales, antes de pensar en casarme con ella quiero que logre todos sus sueños, quiero ayudarla.

- ¿Estás seguro de eso? Créeme que hay muchos hombres con el ego muy frágil, no quiero generalizar, pero a veces les gusta que sus novias no sean más listas que ellos, mi Santos no era así.

- Es que ellos quieren vivir siendo unos idiotas – respondió – si ella es más exitosa que yo, estaría orgulloso de que ella tomara mi mano – le sonreí – no quiero presionarla, quiero que vaya a su ritmo, quiero que nuestra relación fluya, está bien que piense en su futuro, pero de vez en cuando debe detenerse a ver las baldosas que va colocando en su camino, y si no sabe cómo hacerlo, para eso estoy yo, lo supe desde la primera vez que la vi, era un miércoles por la noche, ya era demasiado tarde, ella me pidió que le bajara el volumen a la música que oía, la hice renegar un poco, ella solo quería volver a seguir leyendo, sabía que necesitaba a alguien quien quitara el estrés de ese pequeño cuerpo y no lo digo con otro sentido porque estoy respetando la mesa – mi mamá sonrió – yo quiero ser esa persona para ella, alguien con quien pueda pensar a futuro, pero también goce del presente, no tiene nada de malo soltarse el cabello y alborotarlo un poco.

CULPABLE (CON ANDY BARBER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora