T2 - Capítulo LXVIII: Reglas

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Debido a que estuve conduciendo de más, el tablero de mi auto empezó indicarme que pronto iba a necesitar combustible, así que fui a la gasolinería frente al restaurante de Joe, decidí entrar y sentarme en el mismo lugar de esa noche.

-        Hola, Sr. Barber – me saludó Joe – ¿hoy también querrá las mejores alitas de Middlesex? Y no es por presumir, pero podría asegurarle que lo son de Massachusetts, ¿o querrá aritos de cebolla? Siempre recuerdo lo primero que piden mis clientes más fieles.

-        ¿Usted también recuerda esa noche? – le pregunté, él me sirvió un vaso de cerveza.

-        Sí, ese conoció a Giselle y gracias a ella, probó mis alitas y se convirtió en mi cliente, debo agradecerlo eso.

-        Sí, yo también – respondí, le di un sorbo a mi cerveza.

-        Sr. Barber ¿usted está bien? – preguntó.

-        Joe ¿tú crees que alguien pueda perdonarte por más que arruinaste lo bonito que tenían?

-        Pues eso depende, Sr. Barber ¿Qué estaría dispuesto a hacer para solucionarlo?

-        No hay nada que no haría por ella – respondí.

-        Entonces, vaya y demuéstreselo.

-        Es justo lo que haré – terminé de beber mi cerveza, iba a sacar un billete para pagarla.

-        Se demorará más mientras le dé el cambio y la boleta.

-        Te debo una cerveza – dije mientras caminaba hacia la puerta y apresurarme en ir donde Giselle, toqué su puerta.

-        Ya te dije que no necesito un baño de – dijo abriendo la puerta – esponja – terminó la frase cuando me vio en voz baja, ella traía su bata de baño y tenía su toalla en la mano – señor Barber – dijo nerviosamente – no esperaba verlo hasta mañana en la oficina.

-        ¿Puedo pasar? – pregunté, ella miró hacia otro lado – solo será un momento, por favor – insistí, abrió completamente la puerta para dejarme entrar.

-        ¿Me da un momento, por favor? – preguntó – quiero secarme el cabello – asentí – póngase cómodo – entró a su habitación, me quedé en la sala, sintiéndome con un extraño que la visita por primera vez, no, yo vine hasta aquí con un propósito, y es ella, caminé hacia su habitación, me apoyé en el marco, volteó a verme.

-        Ya no puedo seguir esperando – le dije entrando – yo ya sé lo que quiero y a quien quiero amar – caminé hacia ella para quitarle la toalla de sus manos – y eres tú – tomé su rostro entre mis manos – te quiero hoy y siempre, Giselle.

CULPABLE (CON ANDY BARBER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora