En la vida siempre hay dilemas como diferenciar entre lo correcto e incorrecto, entre actuar con raciocinio o sentimentalismo, lo apropiado o lo inapropiado; sin embargo, nunca había tenido que debatirme antes porque era un hombre que siempre sabía...
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*************GISELLE*************
- Buenos días, señor Barber — dije al encontrármelo intencionalmente en la puerta del ascensor al día siguiente, debía mostrar mi mejor sonrisa y ser una buena asistente, le extendí su vaso de café, lo tomó.
- Buenos días, señorita Quintanilla — se cerró la puerta — ¿Confirmo mi asistencia para el almuerzo del día de hoy con el juez Adams?
- Sí, señor Barber, la tiene agendada desde la semana pasada — era algo raro que Andy me hablara así, pero es como debía y debió ser.
- Gracias, señorita Quintanilla — dijo abotonando su saco y deslizando la mano por el, me quedé observando lo bien que le quedaba la combinación en tonalidades azules de su abrigo y traje, pensaba en el color azul, y solo venían a mi mente, sus ojos — parece algo distraída, espero que haya podido descansar y no haya tenido visitas nocturnas que la hayan distraído, lo cual evitaría su rendimiento laboral del día de hoy — me mordí la lengua para evitar responderle de mala manera, la puerta se abrió, salimos — quiero sobre mi escritorio los informes pendientes que dejó el día de ayer para el mediodía así como los de hoy, ni un segundo más ni un segundo menos — dejó su abrigo como siempre en el colgador.
- Sí, señor — contesté con una sonrisa falsa mientras lo maldecía por dentro por todo el trabajo que tenía que hacer, sé que era mi responsabilidad pero igual maldito, Barber.
- Y señorita Quintanilla — dijo apoyado en el marco de la puerta — no se olvide que tiene que recuperar las horas pendientes del día de ayer durante lo que queda de la semana — se rascó la barbilla — ¿sabe qué puede hacer para que su jefe olvide ese bochornoso momento de ayer? puede digitalizar los expedientes del archivo del almacén de mi oficina — le dio un sorbo a su café, ojalá se queme la lengua — ¿o tiene algún inconveniente?
- Ninguno, señor — respondí, Andy ocultó su sonrisa detrás del vaso.
- Esas son buenas noticias, señorita Quintanilla, espero que sea una buena asistente hoy — entró a su oficina mientras yo solo le sonreía mostrando todos los dientes, me dejé caer sobre mi asiento.
- Al menos no estás despedida — me dijo Zoé extendiéndome un muffin de chocolate — lo necesitarás.
- Solo tú puedes gritarle a ese monumento — acotó Megan — aunque sabes, ahora que lo pienso, en ese momento se podía sentir mucha tensión sexual — reí nerviosamente al notar una pequeña sombra detrás de la puerta de la oficina, era Andy oyéndonos.
- ¿El señor Barber y yo? — reí nuevamente — por Dios, chicas, podría ser mi padre, además es muy renegón y no es tan guapo, solo es la barba.
- De hecho si le quitas la barba parecería más joven, además el señor Barber no aparenta su edad — dijo Zoé — y es divino — dijo suspirando.
