Capítulo XI: ¿Aceptas?

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*******************GISELLE*******************

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*******************GISELLE*******************

- Iré por algo para cubrirnos – dijo Andy mientras se paraba y me daba una buena vista de todo su cuerpo, Andy parecía una escultura griega hecha realidad, salvo por su pene, ahí fuera faltado mármol para esculpirlo, podía quedarme viéndolo por un largo momento sin pestañar es que él tiene todo para cubrir mis necesidad más exigentes, entró al almacén para luego salir junto a manta lo suficientemente grande como para cubrirnos, reí – ¿acaso también tienes tu almohada y pijama ahí dentro? – le pregunté mientras se sentaba a mi lado.

- Próximamente – respondió mientras nos cubría a ambos con la manta.

- Ya dime ¿en serio no te gusta tu cama? – él rio.

- Es que entre ir a dormir a mi fría cama solo o coger a mi ardiente asistente en el sofá, prefiero la segunda opción – sonreí.

- Si es que yo estuviera en tu cama, créeme que jamás estaría fría – él volvió a reír.

- Tengo la certeza de eso – hubo unos minutos de silencio mientras nos mirábamos sonriéndonos, hasta que la curva de su sonrisa se esfumó – Diana ya te contó todo sobre mi vida ¿cierto?

- Solo lo relevante, pero no creí que fuera apropiado ahondar sobre temas tan privados, y si de algo sirve, lamento que hayas tenido que pasar por tanto, y si hay algo en que pueda ayudarte, no dudes en pedírmelo, no estás solo – él me dedicó una pequeña sonrisa, podía intuir en la mirada de Andy que él era un hombre solitario, pero no por elección propia.

- No tienes idea de cuánto esperé que alguien me dijera eso – le sonreí y él se acercó para besarme, me senté sobre él y lo tomé de las mejillas para profundizar nuestro beso mientras acariciaba su barba y él deslizaba sus dedos por mi espalda.

*******************ANDY*******************

Tenía el cálido y suave cuerpo desnudo de Giselle sobre mí, mis manos se habían vuelto a adictas a sentir la textura de su piel y mis labios iban a necesitar dosis diarias de sus dulces y fogosos besos, dos noches no serían suficientes, ni tres ni cuatro, no sabía ni siquiera cuánto tiempo necesitaría para estar totalmente satisfecho de ella y eso me disgustaba, me disgustaba no tener control de mi cuerpo cuando tenía a Giselle cerca, solo sabía que mis cinco sentidos deseaban a Giselle, necesitaban ser cubiertos totalmente por ella.

- Andy – dijo agitada, sus labios estaban rojos e hinchados por la intensidad del beso que nos acabábamos de dar – ponte otro preservativo, quiero que me cojas otra vez – solo le sonreí mientras acariciaba levemente sus mejillas, me paré rápidamente para tomar los cuatro envoltorios plateados, me quité el preservativo que tenía puesto para botarlo en el tacho de basura junto al otro que había usado cuando por fin pude cumplir mi fantasía de cogerme a Giselle sobre mi escritorio, debo sacar personalmente la basura de mi despacho si no quiero ser descubierto, volví con Giselle y con facilidad me coloqué el preservativo en mi miembro mientras me volvía a sentar sobre el sofá, Giselle rápidamente se colocó sobre mí haciendo que mi pene se introdujera totalmente ella, tiró ligeramente su cuerpo hacia atrás mientras cerraba los ojos y jadeaba mordiéndose el labio inferior, la pequeña estaba deseosa de mí y eso me encantaba, empezó a dar pequeños brincos sobre mí, la fricción de su delicioso coño hacía que mi miembro se endureciera más – Andy – gimió, en serio me encanta que diga mi nombre así, puso sus pequeñas manos sobre mi pecho para apoyarse, coloqué mis manos en su espalda para que las usara como espaldar y siguiera montándome, acerqué mis labios a sus senos y empecé a mordisquearlos levemente, ella jadeaba fuerte, pero jadeó aún más fuerte cuando mordí suavemente uno de sus pezones endurecidos, hundí mi rostro en su pecho para aspirar su aroma, acaricié la mitad de su pecho con nariz, podía sentir como su piel estaba erizada, usaba mis labios y lengua para seguir degustando su piel, sentí como empezaba a apretarme, esa era la señal para hacerla explotar de placer, moví más mis caderas hacia ella, estaba llegando a profundidades que también eran desconocidas para ella, pero que le gustaba que yo explorara, lo sabía por los gestos que hacía, ella era jodidamente bella, en el despacho solo se oyó como exclamó mi nombre, ella se estaba viniendo, pero seguía moviéndose sobre mí, acercó su rostro a mi cuello para darme besos y luego a mi oreja para empezar a juguetear con el lóbulo, ella quería conseguir que me liberará y estaba por hacerlo, jadeé al sentir como sus caderas se agitaban más contra mí.

CULPABLE (CON ANDY BARBER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora