En la vida siempre hay dilemas como diferenciar entre lo correcto e incorrecto, entre actuar con raciocinio o sentimentalismo, lo apropiado o lo inapropiado; sin embargo, nunca había tenido que debatirme antes porque era un hombre que siempre sabía...
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- ... Sin embargo, y a pesar de esas carencias, las esperanzas, la confianza, los buenos augurios y deseos del pequeño grupo de auténticos amigos que asistieron a la boda, se vieron recompensadas por la perfecta y real felicidad de los nuevos esposos – concluyó la última parte en voz alta cerrando su libro mientras su cabeza seguía sobre mi regazo – ya terminé con mi lectura ¿y tú?
- En mi quinto fundamento – respondí mientras bajaba mi mirada a su rostro y lo acariciaba.
- Pensé que estabas leyendo otra cosa – dijo sentándose – algo por placer – le quité el libro de sus manos y dejé mi expediente de lado para hacer que se pusiera sobre mí.
- Tengo otras cosas que me gusta hacer por placer – dije acariciando sus muslos, ella sonrió.
- ¿Qué cosas? – preguntó peinando mi barba con sus dedos, me encanta cuando hace eso.
- Cosas como estas – dije para besarla mientras envolvía su cintura con mis brazos, deslizando mis manos por su espalda, estrujando su cuerpo hacia el mío ganándome pequeños jadeos de parte de ella, me quitó la camiseta dejando mi dorso descubierto para depositar pequeños besos húmedos sobre mis pectorales, sus caderas se meneaban suavemente sobre mí haciendo que mi erección creciera, ella mordió mi labio inferior para luego tomar una de mis manos llevándola debajo de la falda de su vestido, pellizque su trasero mientras mi boca se deslizaba por su cuello, sus dedos estaban entrelazados en mi cabello, la eché sobre el sofá, mis dedos se dirigieron a los bordes de sus bragas para bajarlas, cuando de pronto sonó el timbre, gruñí.
- ¡Elle! – era Jace tocando la puerta, ella me dio un beso, con él sí no me puedo enojar.
- Ya vuelvo – me dijo mientras caminaba hacia la puerta acomodando su vestido, la abrió.
- Te he estado llamando – le dijo, posó su vista sobre mí mientras me colocaba nuevamente mi camiseta, él sonrió – bueno ya entendí por qué no me contestabas.
- ¿Qué pasó? – le preguntó ella.
- ¿Qué que pasó? – preguntó él – no sé qué camisa prefiere Dani, si de algodón o lino, si la quiere satinada o no, pero eso sí, nada de poliéster – dijo dramáticamente mientras se sentaba en el sofá, reí junto a Giselle mientras se sentaba sobre mis piernas, al menos frente a Jace podíamos actuar como una pareja normal – y eso que ni he pensado si será color entero o con diseño, y lo más importante el color.
- ¿Se la regalarás para el trabajo o para su uso casual? – preguntó Giselle.
- No lo sé – volví a reír junto a Giselle.
- Pues es lo primero que debes saber, ya que no le vas a regalar una camisa roja con flores amarillas para trabajar ¿o sí?
- Cierto – respondió él – Sr. B ¿usted cómo escoge sus camisas? – me preguntó.
