ARDENT © [#1]

Besos tontos

-Ho-Hola. -Dije atropelladamente. Drew se acercó a nosotros. Se acercó demasiado. Pegó su pecho a mi espalda, y creo que mi cuerpo tembló entero.

-Hunter ha estado esta última temporada en Nashville -Apuntó el señor Scott. -Qué coincidencia, ¿verdad?

-Verdad -Dijimos al unísono.

-Creo que vi tu nombre en la lista de invitados en una de las fiestas a las que fui -Dijo el muy cabrón.

-Ah, ¿sí? -Lo miré entrecerrando los ojos.

-Sí. Fue este mismo lunes -Todos nos miraban como si hubiese sido un milagro el haber coincidido. Yo lo miraba como una asesina. -¿Qué tal te lo pasaste? Un colega mío la organizó -Colega llamado Hunter Scott.

-Bueno, la verdad es que fue una de las peores fiestas del mundo.

-¿Y eso? -Se hizo el loco.

-Un cretino, que me tiró una copa encima de la ropa.

-Vaya patoso. ¿Y no se disculpó?

-Qué va -Mordió su labio inferior y clavó su mirada en la mía.

-Pues vaya capullo.

-Y tanto -Marqué necesitando quedarme con la última palabra.

Ya no sabía si era por la temperatura, por estar a la defensiva o por tener el cuerpo de Drew rozando el mío que empecé a encontrarme mal.

-Hay una ceremonia del comienzo de la temporada de los Bullies, ven con nosotros -Sugirió dando la espalda a todas sus super fans que estuvieron presentes en nuestra batalla de orgullo.

-Oh, no. Debería ir a casa. Estará Charlie esperándome -Dije con timidez al ver que los padres de los Scott enternecían su mirada hacia mí.

-Por favor -Murmuró Drew en mi oído agarrando mi brazo.

Andrew Scott, querías acabar conmigo esa noche. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al rozar sus labios con mi oreja, pero sabía que no debía quedarme. No pintaba nada en una fiesta de un capullo total con aires de famoso y su familia.

Los tres nos miraron atónitos, salvo la señora Scott. Ella parecía que estaba mucho más enterada que yo de lo lo que fuera que ocurriese entre Drew y yo.

-Está bien -Acabé cediendo, aunque sin ganas de asistir.

El capullo de Hunter seguía mirándome, como si nuestros dos encontronazos no hubiesen sido suficiente para él. Le eché una mala mirada y salimos de la pista para montarnos en el coche. La cena era en el Blue Royals, uno de los restaurantes más famosos (y lujuriosos) de Minnesota.

Al llegar, solo tenías una sola vista: tíos macizos y guapos, y ya luego sus familias. Las mesas eran redondas, y el local... era enorme. Los Scott tenían su reserva para cuatro (los que eran), pero como servidora decidió meter su nariz en asuntos donde no pintaba nada, pues tuvieron que traer una silla más y un plato más.

Drew se sentó a mi lado, y Hunter en frente. ¿Qué significaba eso? Que iba a ser la cena más incómoda de mi vida.

-Has estado increíble. ¿Has visto la de pancartas que había con tu nombre? -Decía la señora Scott fascinada.

-Ha sido un buen partido, pero te ha faltado precisión en la primera parte. Se te veía perdido -Concluyó su padre mientras mordisqueaba su chuleta.

-Qué orgullosos estamos, Hunter -Margot cogió su mano, y Hunter la sonrió.

Drew estaba totalmente ido de la conversación. Tener que escuchar día a día esta clase de comentarios y que no te apremien nada... tiene que ser una cruz.