Conversaciones enrevesadas

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Maddie: Creo que será mejor dejar esto de... besarnos y todo eso. Siento no haberte contado lo de Hunter en su momento, pero supe que te molestaría.

Maddie: Sé que ahora mismo no te apetecerá hablar conmigo, pero cuando quieras hacerlo, ya sabes dónde encontrarme.

Había sido una noche muy agobiante. Agobiante, tensa y algo confusa.

No podía dejar de pensar en que la cagué hasta el fondo con Drew. ¿En qué momento te parece una buena idea liarte con tu mejor amigo, dejarle tu diario y dejar que lea tres páginas enteras en las que declaro mi pequeña obsesión por Hunter?

Madre mía. Pero qué había hecho.

Era un viernes por la noche, y sabía que Drew no iba a contestarme. A parte de por su enfado, tenía entrenamiento, así que no me contestaría hasta tarde.

Aburrida y sin saber muy bien qué hacer, decidí agregar a Rhys en mi agenda. No estaba muy segura de qué fue aquello de ayer, pero la verdad es que me encantó volverlo a ver, y sonaba prometedor eso de quedar y ponernos al día.

Maddie: Aquí está mi mensaje:)

—¡Me voy! —Gritó mi padre saliendo por la puerta. —Tienes lasaña de la tía Darcy en la nevera, para la cena.

—¡Vale, adiós! —Le grité yo también.

Pffff. ¿Qué podía hacer un viernes por la noche sola? ¿Salir de copas? ¿Ir a dar un paseo? ¿Ir a una discoteca?

Nada de alcohol.

Rhys: Uf, pensaba que había quedado como un acosador y te había asustado. Me fui a la cama pensando en ti.

Eh, vale.

Quiero decir, wow.

Maddie: Vaya, ¿Debo tomármelo como un halago?

Rhys: Por supuesto;) ¿Tienes planes para hoy?

No sé por qué pero una sonrisa de lo más tonta se dibujó en mi cara. Rhys era encantador, y la verdad es que me apetecía bastante hablar con él.

Maddie: Nop.

Rhys: Pues ahora sí. ¿Te apetece salir a cenar?

Vaya, el chico era directo.

Maddie: Claro, ¿A qué hora y dónde?

Rhys: Este es el pan menos romántico que he ofrecido, pero salgo del entrenamiento a las nueve. ¿Te acercas y me dejas que te lleve al mejor restaurante italiano del mundo?

Me sonrojé por completo al escuchar aquel plan. Cuando esperábamos muchas noches a Rachel, solía pedir la cena. Siempre discutíamos con qué pedir, porque a él le encantaba la comida italiana y a mí la mexicana. Una noche pidió comida a domicilio y me obligó a probarla. Desde entonces soy la fan número uno de los italianos.

Maddie: Suena genial. A las nueve te espero allá:)

Sentí un subidón en el cuerpo. No era una cita, ¿no? Pero era algo parecido. Era una salida con un viejo conocido a un restaurante. Fue la situación la que me pedía a gritos arreglarme un poco, verme guapa.

Así que puse música a todo volumen aprovechando que estaba sola en casa. Saqué miles y miles de conjuntos que nunca me ponía, porque siempre iba con lo de siempre: ropa negra y básica.

Me alisé el pelo, me puse unos aros y me maquillé. La verdad es que me veía bastante guapa. De ropa simplemente opté por unos vaqueros negros ceñidos y un jersey de hombro caído gris, con una camiseta lencera por debajo.

ARDENT © [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora