Inquilina

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(Don't blame me-Taylor Swift)

Dejó las llaves puestas en la puerta, ni siquiera la cerró.

Tengo un vago recuerdo de él, de su voz. Gritándome y llamándome.

Me dejó en el sofá sentada, pero mi cuerpo caía todo el rato. Hunter empezó a preocuparse, hasta tal punto que escuché «Ambulancia» y mi cuerpo volvió a cobrar vida.

-¿Que vas a hacer qué..? -Jadeé, llevándome la mano al pecho después de haberme desmayado, seguramente.

-Joder. -Suspiró el aliviado. -¿Qué..? ¿Qué te está pasando? -Preguntó totalmente perdido.

Cómo se notaba que nunca había tenido problemas mentales. Y es que, cuando alguien es ignorante o desconocedor de este tema, me encanta explicarlo con detallismo. Pero me pareció que ese no fue un buen momento, porque lo justo podía hablar.

En vez de escuchar a Hunter que no paraba de preguntar cada dos por tres qué es lo que me estaba pasando, relajé mi ansiedad observando su piso. Un piso grande, puede que demasiado para una sola persona. Vacío, sin cuadros, sin luz suficiente. Y sobre todo, vacío. Aún tenía ese olor a pintura, a nuevo.

Volví la mirada hacia él, que estaba totalmente asustado por la situación. Cogió mis mejillas entre sus manos, acercándose y clavando su mirada. Se arrodilló para estar su cara a la altura de la mía.

-¡Mads! ¿¡Qué coño está pasando!? ¿Qué se supone que debo hacer? -Dijo con alto nerviosismo.

-¿Y tu novia? -Pregunté de pronto. Él se quedó sin palabras.

-¿Qué? -Abrió los ojos. -¿Estás delirando o algo?

-Que dónde está tu novia.

Y es que, una de las cosas que hago cuando tengo un ataque, era hacer como si no hubiese pasado nada, a pesar de pensar que voy a morirme o que no voy a recuperarme nunca. Me ayudaba hacer que no ha ocurrido y pasar del tema y distraerme con otras cosas.

¿Debería hacerlo? Para nada. ¿Mi psicólogo me dijo que debería poner de mi parte para dejar mi fobia por mis ataques de ansiedad? Sí. ¿Lo estaba haciendo? Rotundamente no.

Una mujer difícil.

Pareció no hacerle demasiada gracia que después de todo el numerito que le había dado al pobre me hiciese la loca. Dejó caer sus piernas y se quedó sentado, con la espalda apoyada en la mesita que quedaba frente al sofá en el que estaba sentada y me miró totalmente desesperado.

-Si no me dices qué es lo que está pasando, te voy a llevar a casa y seré yo quien le cuente todo a tu padre -Me amenazó. Mi mirada dejó de ser divertida, y lo miré horrorizada.

Su mirada seguía la mía, y después de haber llorado todo lo que no había hecho en meses, sequé mi última lágrima y me sonrojé un poco por la vergüenza.

-Perdón.

-Déjate de disculpas y cuéntame qué es lo que está pasando.

Cogí aire y lo eché lentamente. Hablar de mis sentimientos era una de las cosas que más detestaba y temía del mundo. Porque me quedaba en blanco, no sabía qué decir respecto a ellos y, desconfiaba de todo el mundo.

-¿Es que no has visto que un tío se me ha arrimado? -Elevé un poco la voz.

-No te estoy hablando de ese tío. De eso me encargaré yo -Dijo entre dientes. Solté una carcajada bastante sarcástica que pareció sacarle mucho de sus casillas.

Frunció las cejas y me miró confundido.

-¿Qué es lo que te está haciendo tanta gracia? Joder, Madelyn, casi me haces parar en mitad de la carretera y te has desmayado. ¿Qué coño está pasando?

ARDENT © [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora