(A Drop In The Ocean- Ron Rope)
Podría describir ese baño como uno de los mejores de mi vida. Qué relajante fue la sensación de la espuma sobre mi piel, el agua tibia, como a mí me gustaba. La luz tenue que me hacía desconectar de todo. De olvidar lo que más me atormentaba. De olvidar que temía sentir. Que me lo prohibía por miedo a... por miedo a dejarme querer sin hacerlo yo misma.
Al cabo de un rato salí de esa bañera con los dedos rugosos y tiritando. El espejo estaba cubierto por una capa de vaho que se había formado por el contraste de temperaturas. Sequé mi cuerpo y volví a vestirme.
Ya eran casi las siete de la tarde, y tenía la sensación de que había retrocedido en el tiempo hasta el mismo día que pisé este apartamento por primera vez.
Salí del baño con pensamientos extraños y nada convenientes. Hunter ya estaba vestido y me esperaba sentado en el sofá.
Mi atuendo no era espectacular, básicamente porque llevaba mi vestido y una sudadera suya por encima. Era mi sudadera favorita, una azul marina.
Era ancha, y olía a él. No a su colonia, si no a su propia fragancia. Olía extremadamente bien. Era adictivo.
—¿Ya estás? —Preguntó poniéndose en pie.
—Sí, creo que no me dejo nada —Dije dando una vuelta a mi alrededor.
Él se acercó y me rodeó con sus brazos. Me dedicó una sonrisa mientras me miraba de arriba a abajo.
—Si sigues así, vas a desgastarme —Ironicé.
—Lo siento, es que no sé cómo lo haces que mi ropa te queda de fábula —Murmuró.
—Igual es solo que te hace ilusión que la lleve puesta —Contesté.
Me quedé por un momento mirándolo. Solo me dediqué a eso.
No sabía lo que quería. No sé si era a él, a aquello, a nuestro juego. No sabía lo que sentía, si es que sentía.
Me vi totalmente perdida. Ni siquiera sabía qué iba a ser de mí la mañana siguiente. Era como una bomba de misterio e inseguridad que deambulaba por el mundo sin rumbo alguno.
Salimos de su apartamento y bajamos de nuevo en ascensor. Esta vez sin descuidos ni dando de qué hablar.
Nos montamos en su coche y puso la calefacción, hacía mucho frío. Mientras lo arrancaba, me froté las manos para entrar en calor.
Me acurruqué contra la puerta del copiloto y hundí mi nariz en la sudadera, cerrando los ojos. Olí con gusto su aroma, y así me quedé un rato mientras me llegaba calor de los ventiladores del coche.
No sé por qué pero le había dado la manía de colocar su mano en mi muslo. Y a mí eso me inquietaba por completo.
Erguí mi espalda e intenté actuar con normalidad. Quizá algo imposible para mí.
Él no tardó en esbozar una de sus sonrisas haciéndome saber que se había fijado en mi reacción. Coloqué mi fría mano encima de la suya, e intenté apartarla reuniendo toda la fuerza del mundo para conseguirlo.
—Mi mano está bien ahí —Dijo algo molesto y agarrándome con más firmeza.
Subió un par de centímetros la posición de su mano, y eso fue suficiente para entrecortar mi respiración.
Hunter me ponía muy nerviosa, en todos los sentidos. Y entrar en contacto con él era como planificar mi propia muerte; sabía que hiciese lo que hiciese, me debilitaría por completo.
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ARDENT © [#1]
Ficção AdolescenteSeis años después, Maddie regresa a la ciudad en la que creció, lo que significa que ciertas personas de su pasado, como el frío de su padre o su antiguo mejor amigo, volverán a formar parte de su vida. Con lo que ella no contaba era con los dos sex...