Me levanté con una sensación muy extraña. Con la sensación de estar en casa.Llevaba noches sufriendo parálisis del sueño. Nunca me había pasado hasta este año, y, presenciar cada noche que una figura te mata o te posee un espíritu, no es muy agradable que se diga.
Pero esa noche no. Fue liberador, diría yo.
Me levanté con mi nuevo pijama favorito (y no por lo que parece); con la camiseta XXL de Lord Arrogancia. Antes de juzgarme, me explico.
Era grande. Era muy grande para un champiñón como yo. Y poder dormir en bragas con esa camiseta como casi vestido, era genial. Era increíble. Además, ocupaba menos en la maleta.
Abrí la ventana de par en par y una brisa bastante agradable entró sin llegar a enfriar el piso.
No sé por qué pero estaba de buen humor.
Llevabas escuchando música triste y deprimente casi año y medio.
Temazos* diría yo, pero vale.
Me puse una playlist que creé cuando empezaba un libro y lo acababa. Nunca la había escuchado, la verdad. Siempre que acababa un libro, terminaba desolada, depresiva y con ganas de dormir treinta días.
La música triste hacía que me relajase, que estuviese más concentrada (y eso que nunca lo estaba) en todo en general.
Me preparé el desayuno como buenamente pude con lo que había en la nevera. Es decir: unos tristes huevos rotos. Sí, simple pero efectivo.
Me comí el plato con rapidez y fui corriendo hacia la ducha. Me vestí, me peiné y arreglé mi cara de muerta viviente que tenía después de mi agitado fin de semana. Me apetecía maquillarme, algo más de la cuenta.
Era muy sencilla y siempre llevaba lo mismo. Pero... no sé.
Joder, ¿Es que había soñado que me casaba con Chris Evans o algo?
Eso. Soñar.
Sea como fuere, salí con una inmensa sonrisa de mi antiguo edificio. Los vecinos me miraban raro al verme de vuelta. Me alegro del buen recuerdo que tienen de mí.
Nótese la ironía.
Me subí a un taxi mientras encendía el móvil para avisarle a Rhys de que estaba de camino al hospital, cuando vi varias llamadas perdidas que me dejaron helada.
Eran de Hunter.
Dudé en escribirlo. Mi orgullo hablaba por sí solo, pero la intriga luchaba contra esas ganas de pasar de él, de mandarlo a la mierda y, sobre todo, de no volver a sacar el tema con él nunca más.
Ni con él ni con nadie.
Llamada perdida.
Llamada perdida.
Llamada perdida.
Llamada perdida.
Llamada perdida.
Maddie: ¿Va todo bien?
Como siempre, al contrario de lo que debes hacer.
¡Cállate!
Me quedé pensativa mientras repiqueteaba con mis dedos sobre mi móvil. ¿Y si había pasado algo? ¿Y si era el maldito Drew llamándome desde el móvil de su hermano? ¿Y si se había equivocado de Maddie? Bueno, conociéndolo, seguro que me tenía agregada como "Mads" o de cualquier estúpida forma. Puaj.
Madre mía. Se me estaba empezando a ir la cabeza.
Rhys me esperó pacientemente en la entrada del hospital con su sonrisa habitual y una carita de adormilado total.
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ARDENT © [#1]
Teen FictionSeis años después, Maddie regresa a la ciudad en la que creció, lo que significa que ciertas personas de su pasado, como el frío de su padre o su antiguo mejor amigo, volverán a formar parte de su vida. Con lo que ella no contaba era con los dos sex...