Peter Pan

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Después de una ronda de caricias y picos, los besos cada vez eran más lentos, más intensos, más sabrosos.

El caso era que no paraba de pensar: "por Dios, es como mi hermano", pero al mismo tiempo sentía la necesidad de pegar mis labios con los suyos. Por que si no...

Bueno. Porque tenía que ser así, y punto.

—Tengo que volver ya... —Murmuré dándole un último beso por mi parte, pero él no se dio por satisfecho. Presionó mi cuerpo contra el suyo y metió sus manos dentro de mi camiseta, masajeando mi espalda.

—Quédate a dormir —Propuso divertido, mientras volvía a besarme.

—Sí, y a mi padre le daría un soponcio al corazón si no me ve en mi cuarto. ¿A caso quieres eso? —Besó mi cuello y suspiró.

—No, claro que no. Con el cariño que nos tenemos Charlie y yo.

Lo decía con orgullo y con tono subidito, pero el caso es que tenía razón. Mi padre tiene cara de hacer pocos amigos, pero los Scott siempre fueron como la excepción. Les tenía mucho cariño porque siempre estaban pendientes de mí.

—Pero no creo que pase nada si le dices que has dormido en casa de una amiga... —Dejó caer.

—Ah, ¿sí? ¿Y en casa de qué amiga? Porque, que yo recuerde, aquí solo tengo un amigo. Además, ¿Te piensas que a un poli puedes mentirle sin más ni más? —Lo sonreí mientras me robaba un último beso, esta vez último de verdad.

Me separé de su cuerpo y él apoyó su nuca en las palmas de sus manos. Cogí mi jersey y me despedí de él.

Eso nos llevó a un abrazo, que nos llevó a un besito en la mejilla, que nos llevó a un par de besitos más. Así hasta que habría pasado fácilmente media hora.

—El mejor cumpleaños de la historia —Dijo tan risueño, y yo lo sonreí de oreja a oreja.

Con el pulso a mil después de todo lo que acababa de pasar, cerraba la puerta de su habitación con extrema precaución para no hacer ni un mínimo ruido.

Y ya, cuando lo tenía conseguido, me llevé la mano al corazón.

—Buenas noches, Mads.

—¡Joder! —Murmuré ahogando un grito. —¿¡Qué haces despierto!?

—¿En serio? ¿Me preguntas qué hago despierto cuando la pregunta aquí es qué haces en mi casa a las cuatro de la mañana?

Hunter estaba también sin camiseta, con el pelo algo despeinado y un ojo entrecerrado. Por una parte me sentí algo mal por si lo había desvelado.

—Celebrar el cumpleaños de tu hermano —Intenté defenderme.

Qué patética, querida.

Antes de que uno de los dos produjese una palabra, unos pasos provenientes de la habitación de sus padres se cometieron.

Madre mía.

Me iban a pillar.

En mitad de su pasillo, a las tantas de la mañana, y aún peor. Hunter estaba despierto teniendo mañana partido.

Antes de que se liase una gorda y me diese un ataque de pánico en mitad de ese pasillo, Hunter tiró de mí y cerró la puerta de su habitación antes de que fuese demasiado tarde.

Esta vez no veía absolutamente nada. No entraba ni un mínimo de luz.

Solo escuchaba nuestras respiraciones, algo alteradas por el momento. 

Debo de admitir que estaba bastante nerviosa, aunque no sabía por qué, realmente. Si por lo de Drew, si por colarme en casa de los Scott o si por estar con Hunter en su habitación.

ARDENT © [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora