Rhys
Cenamos en un restaurante cerca de la playa, en uno que vendían unas patatas fritas espectaculares. Sean y yo comimos como si no lo hubiésemos hecho en cuatro años. Las chicas nos miraban horrorizadas, pero ya acostumbradas.
Maddie y Audrey se llevaban muy bien, y me alegré de que, a pesar de haber tenido pequeños conflictos con el tema de Chloe... al menos hubiese conocido a alguna que otra amiga.
Durante la cena, la miré demasiado. Estaba... preciosa, como siempre, eso no era novedad. Pero estaba mucho más preciosa sonriendo así, sonriendo de verdad. La miré todo lo que necesité, lo tenía que hacer, porque en unas horas... en unas horas ya no podría hacerlo.
Meneé la pierna, joder... estaba acojonado. Sean me miraba como un perturbado, con la ceja enarcada, y me pegó una patada bajo la mesa.
En un día tendría un cachorro correteando por mi casa, ella se iría y no sabría qué hacer con mi vida. ¿En qué puto momento había acabado así?
Charlotte me miraba con cara de desaprobación, como si me entendiese y se pusiera en mi lugar.
Salimos del restaurante y paseamos por la playa mientras Charlotte empezaba a lloriquear en la silleta. Sean y Audrey se acercaron a una farmacia porque la pequeña tenía algo de fiebre, así que Maddie y yo les esperamos sentados en el muro de la playa.
Tan guapa... su pelo con volumen, morena, con ese jodido vestido que me estaba volviendo loco... y me recordaba tanto al camisón que llevaba anoche, ese que arranqué en menos de un minuto. Y sonreía... ¿Por qué quería irse? Seguro que Audrey se equivocó, seguro que...
Oh. Se apoyó en mi hombro y comenzó a masajear mi antebrazo. Cerré los ojos.
—Rhys... —Murmuró.
—¿Ajá? —Jadeé en la misma gloria, ella echó una risita adorable. La miré con una sonrisa.
—Tengo que hablar contigo —Se puso algo más seria. Ahí venía.
Agarró mis manos entre las suyas y resopló varias veces, mirando a todos los lados y acabando en mí. Estaba nerviosa.
Iba a irse.
—El jueves hablé con mi padre, y en el trabajo Karl empieza a echarme en falta... no puedo faltar más, está la cafetería a rebosar y Ola no está... es una locura lo de allá. Sin avisarme, mi padre me compró el billete de vuelta y es mañ-
La besé. No. No podía irse, yo la quería conmigo, yo quería estar con ella... Tenía razón, siete días no eran suficientes. ¡Una vida entera no era suficiente!
Agarré su cara entre mis manos y la besé con todo el afecto del mundo. Mi Maddie...
—No puedes irte —Murmuré —. No...
—Rhys, de verdad que no quiero pero...
—Pues entonces quédate —Le propuse —. Quédate en mi apartamento, conmigo. Seguro que encuentras algún trabajo. Tendrías un perro, playa, fotos preciosas, tendrías...
—Te tendría a ti —Sonrió entristecida, y hundió su cabeza en mi pecho.
Oh, no. Aquello me estaba doliendo demasiado.
Tenía que contárselo. Tenía que decirle lo de Hunter, que había hablado con él. Debía saberlo...
—Maddie... —Murmuré, pero ella no se separó de mí. Acaricié su espalda y besé su cabeza —. Antes, cuando hemos salido del veterinario y he ido a buscar tu móvil...
Separó su cabeza y me miró. Tragué fuerte.
—Te ha llamado Hunter —Solté de una vez por todas.
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ARDENT © [#1]
Teen FictionSeis años después, Maddie regresa a la ciudad en la que creció, lo que significa que ciertas personas de su pasado, como el frío de su padre o su antiguo mejor amigo, volverán a formar parte de su vida. Con lo que ella no contaba era con los dos sex...