(Cold- James Blunt)
Al bajar del avión, tuve la sensación de terminar una etapa. De cerrarla para siempre.
Acababa de dejar mi vida y me dirigí a la otra punta del mundo con la persona que quería, y ahora estaba de vuelta al enterarme de que estuvo con otra persona.
Puede que no fuésemos novios oficialmente, ¿Pero qué cambiaba eso? Él me dijo que me quería, desde hace bastante tiempo. Y a pesar de decirme lo mucho que me quería, no tardó ni cuatro semanas en encontrar a una buena sustituta.
Inspiré e intenté dejar este tema atrás, a pesar de seguir recibiendo llamadas y mensajes de él. Lo bloqueé.
Seguí andando y en Minnesota caía el diluvio universal. El cielo estaba prácticamente negro y parecía que hacía bastante frío.
Mientras caminaba, me tomé el momento de analizar a todas las personas con las que me cruzaba. Personas tristes, entusiasmadas, ilusionadas, enamoradas, ajetreadas, estresadas... mucha emoción. Y yo en cambio no era más que un par de ojos tristes y desolados que deambulaban por un aeropuerto a las tres de la tarde.
Vi una melena rubia mirando hacia mi dirección. En una mano tenía un paraguas negro, y en otra su teléfono, por supuesto, contestando alguna llamada importante de las suyas.
En cuanto me vio, bajó el teléfono de su oreja y me miró con los ojos abiertos.
Yo me quedé quieta por un momento, seria y nerviosa.
Después de todo, él volvía a salvarme. Después de caer en la trampa y perderme por completo, estaba él para agarrarme y no caer de la cuerda floja.
Corrí y tiré de mi maleta hacia él, lo abracé con muchas ganas. Él también me abrazó y apoyó su mejilla en mi cabeza.
—Ya estás aquí —Murmuró. Me separó un momento y me miró fijamente. —¿Qué tal estás?
—Hasta ahora mal —Suspiré. —Ahora un poco mejor.
Esbozó media sonrisa y rodeó mi hombro con su brazo mientras nos echábamos a andar.
—Me tomaré eso como un halago.
Me sonrojé un poco e intenté no mirarlo a la cara demasiado. Debía de tener ojeras, la cara y los ojos hinchados de tanto llorar y un aspecto terrible. Necesitaba una ducha con urgencia.
Rhys abrió el paraguas, y nos miramos a la vez.
—¿Preparada? —Enarcó una ceja y sonrió.
—¿No te gusta la lluvia?
—Bueno, una cosa es la lluvia y otra mojar-
Salí a la calle y me empapé en un segundo. Levanté la cabeza y me limité a notar las gotas de agua sobre mi piel. No era la primera vez que lo hacía, ni mucho menos. Pero intentar sentir ese pequeño momento de paz en aquel momento pareció decisivo en mi vida.
—¡Vas a enfriarte! —Gritó Rhys sonriente.
Lo miré con una sonrisa tonta, y para cuando fui a hacerlo ya lo tenía a mi lado, con el paraguas cerrado y con su pelo goteando.
Qué bien le sentaba estar mojado a ese chico.
Mojado del agua de la lluvia, cuando llueve y eh... pues... le caen gotas. De agua. Gotas de agua, mojado de... agua.
—¿Vamos, pececillo?
Me dio igual estar fea en aquel momento. Quise mirarlo.
Esos ojos azules intensos, azul como el agua de Mallorca.
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ARDENT © [#1]
Novela JuvenilSeis años después, Maddie regresa a la ciudad en la que creció, lo que significa que ciertas personas de su pasado, como el frío de su padre o su antiguo mejor amigo, volverán a formar parte de su vida. Con lo que ella no contaba era con los dos sex...