Ilusa

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(Only Love Can Hurt Like This- Paloma Faith)

La semana que pensé que sería eterna, pasó más rápido que tres tristes segundos. Tomamos el sol, comimos muchísimo. Creo que vuelvo con un par de kilos más, pero y tan risueña. La comida de Mallorca era... debía ser ilegal. Y ese tinto de verano... uf.

También cogimos varios barcos para visitar otras islas, como Menorca. Pasamos un día en Ibiza, pero no lo disfrutamos tanto como nos hubiese gustado. Estuvimos todo el día recorriendo la isla, y para cuando llegamos a la ciudad, teníamos reservada una mesa en un restaurante hiper caro y exclusivo. Cuando llegamos quemados, sudados y con cara de no haber dormido más que un par de horas en toda nuestra vida, tanto los camareros como los comensales nos miraron bastante mal.

Claro que Hunter reservó la mejor mesa de todas, la que tenía vistas directas al mar y estaba apartada de todas las demás. Cenamos muy a gusto, pero hubo un percance; el rey de Roma se quedó dormido encima de la mesa después del postre.

El pobre llevaba todo el día conduciendo y no había parado en todos esos días, cuando se suponía que íbamos a relajarnos.

Cuando llegamos por fin al hotel, aprovechamos para hablar sobre nosotros, sobre qué iba a ser de su vida al volver a América.

-Mañana nos vamos -Susurré mientras acariciaba su espalda desnuda.

Se giró hacia mí con los ojos entrecerrados, y me dedicó una sonrisa algo perezosa.

-¿Te ha gustado?

-Me ha encantado.

Me abrazó y aproveché para acurrucarme. Sinceramente, iba a echar mucho de menos aquello. El sol, la playa, nosotros... iba a ser una despedida amarga y dura.

-¿Y ahora qué? -Murmuré algo apenada. Él me miró confuso y alzó mi mirada.

-¿A qué te refieres?

-No sé -Sí lo sabía. -A... esto. A nosotros.

-No te sigo -Dijo confundido. -¿Por qué iría a cambiar algo?

-Pues... bueno -Aclaré mi voz y me despegué un poco de él. -Tú vas a volver a Canadá, y yo me quedo en Minnesota. Vas a estar ocupado con los entrenamientos, partidos... no vamos a poder vernos hasta verano.

Sus cejas dejaron de fruncirse y su mirada se agrandó un poco, al contrario de su boca, que se contrajo.

-Es que debo volver.

-Lo sé, solo...

No terminé la frase, porque la realidad es que no me apetecía volver a leer quince noticias diarias de sus nuevos posibles affairs, de tenerlo a más de mil kilómetros y no volver a verlo en persona hasta dentro de dos meses.

Sí, no era muchísimo. He estado soltera diecinueve años enteros, ¿Qué cambian dos meses más? Bueno, pues en ese caso lo cambiaba todo. ¿Y si quería conocer a gente? ¿Y si yo lo limitaba? ¿Y si yo lo distraía? Y en cuanto a mí, la próxima vez que salga de fiesta, ¿Me lanzaré al primero que aparezca? ¿Volveré a engancharme a su mejor amigo como lo hacía siempre que a nosotros nos iba mal?

-Mads -Atrajo mi atención, y acarició mi mejilla. -Te llamaré y te escribiré todos los días. Aunque no nos veamos, estaré ahí. Te lo prometo.

Lo sabía. Sabía que estaría ahí, que nos escribiríamos... pero no sería lo mismo, ni siquiera parecido. Yo lo necesitaba a mi lado, necesitaba sentir esa seguridad de que si por un casual algo iba mal en mí... si necesitaba mi kit de emergencia... él estaría conmigo.

ARDENT © [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora