Olas y holas

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Acabé a las cinco de la tarde tumbada en la arena, sintiendo que iba a explotar allí mismo después de haberme zampado un trozo de pastel de carne y un postre llamado "tarta pavlova", típica de allá. En resumen; una bomba de relojería.

El rubio en cambio estaba enérgico, como si comer le hubiese arreglado todos sus males y sería capaz de surfear durante toda la tarde, y fue más o menos lo que pasó.

Ese día dijo que me lo iba a dedicar esencialmente a mí, que poco a poco iríamos conociendo a sus amigos pero que tampoco quería obligarme. Y es que, no hace falta ser muy listo para saber que entre Chloe y yo, especialmente chispas, no salieron.

Quizá fuese por mi parte, no me escondo. Pero me fío de mi intuición, y como algún día me fuese a decir Rhys que ella le había hecho algo, no me sorprendería nada. Aunque dudo que a él fuese a dañarlo, se la veía bastante pendiente.

Y no, no lo digo por simplemente ir con él a Minnesota, no. Lo digo porque después de que Rhys les avisara a sus amigos de que yo había venido y hoy estaríamos ocupados, la tía se presentó en la playa, dejó sus cosas en nuestras toallas —Donde yo estaba tumbada leyendo un libro— y ni siquiera saludó.

Yo lo hice, porque así era, me salía por educación. No obtuve respuesta.

En fin, que la chica corrió hacia los brazos de Rhys y yo seguí con mi novio ficticio. Todas felices con sus amores platónicos, ¿No?

Saqué el móvil para ponerme un poco al día.

Ola: ¿Qué tal todo por allá? ¿Algún ser australiano demasiado buenorro como para que lo traigas aquí? ;) Jijijiji. Espero que estés aprovechando el tiempo por allá y aproveches con tu rubio.

Maddie: Bueno, ahora mismo estoy tumbada en la arena, sola, leyéndome un libro.

Ola: ¿Qué? ¿Cómo que sola?

Maddie: Oye, que no me quejo. Para mí esto es un planazo.

Ola: ...

Maddie: Es que ha venido la amiga de Rhys que te dije, Chloe.

Ola: ¿Y no estás con ellos?

Maddie: Es que creo que no le hace mucha gracia que haya venido de viaje.

Guardé el móvil y también el libro cuando se proyectaron tres sombras gigantes detrás de mí. Pegué un brinco llevándome la mano al corazón. Yo conocía esas caras.

—¡Joder! —Se me escapó. Ellos se rieron.

—Bienvenida a la isla, Tawahi —Contestó uno de ellos, sonriente. Me tendió la mano para levantarme y entablar una conversación, pero seguí petrificada con su llegada.

—¿Ta... qué? —Repetí cortada.

—No le hagas mucho caso, solo quiere hacerte rabiar —Dijo el más alto y moreno. —Me llamo Cooper.

—Ah, ¡Cooper! —Recordé, y él enarcó una ceja, confuso. —Rhys me ha hablado de ti. De vosotros.

—Nos adora demasiado como para no hacerlo —Repitió el que me llamó Ta no sé qué.

—Él es Noah. Es muy sarcástico, así que no le hagas mucho caso —Repitió Cooper con su sonrisa encantadora.

Yo los sonreí a modo de agradecimiento por haberse presentado y por, básicamente, dirigirme la palabra.

—¿Y tú? —Pregunté al más callado de todos.

—Él es Monti. Silencioso, pero buen amigo —Añadió una voz femenina que se sumó a la conversación de la nada. Era Chloe.

ARDENT © [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora