Nuevos comienzos

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Nunca digas que has vivido el momento más incómodo de tu vida cuando te queda tiempo por delante.

La cena fue tan incómoda que incluso Margot lo notó.

Drew estaba demasiado concentrado en sus costillas, al igual que su padre. Yo ni siquiera tenía hambre.

—Así que volviste a Nashville —Intervino por primera vez el señor Scott.

—Sí, de... visita a mi antigua compañera de piso.

—La hermana de Rhys Wayland. —Aclaró Drew con la boca llena.

—Ah, ¡Rhys! No me acordaba de que su hermana estaba en Nashville. ¿Y qué tal le va? —Preguntó Margot con toda la buena intención del mundo.

—Está bien —Mentí descaradamente. Total, no irían a saberlo de ninguna manera.

Rachel y yo acordamos que me mandaría una foto diaria de Ralph y me escribiría cada vez que tuviese tentación para salir de fiesta o hacer locuras de las suyas. Por ahora, lo estaba cumpliendo.

Hunter no habló en toda la cena, hasta que su padre y él empezaron a hablar de hockey, para variar.

—Sabes que el Montreal Canadiens quería ficharte. Si descansases más y te dejases de fiestas y tonterías, te llamarían.

—Papá, solo salí el fin de semana pasado. Ni siquiera bebí.

—¿No pretenderás que te apremie por ello? —Soltó cortante.

A veces el señor Scott era muy exigente con sus hijos. Cuando Drew era pequeño, lo apuntó a todos los deportes que había en el colegio, y al ver que no conseguía destacar en ninguno lo castigó una semana entera mandándole limpiar su coche.

En ese sentido, Margot era mucho más tranquila. Era una madre impecable, aunque a veces su sobreprotección llegaba a un nivel imposible.

Y era normal, tener un hijo famoso que lo quieren veinte equipos del país con solo 20 y pocos años debía ser bastante fuerte para ella.

—Bueno... tu padre me ha comentado lo del curso de fotografía —Sonrió mientras los hombres prestaban atención al partido de rugby en la televisión. —Me alegro mucho por ti, sé que te gusta mucho ese mundo.

—La verdad es que sí, aunque he encontrado otro de audiovisuales. Ese me llama más la atención, así que igual pruebo. No sé.

—Serás la mejor directora de cine del mundo y yo tu mejor guionista — Volvió a intervenir Drew mientras dejaba los huesos de las costillas relucientes en el plato. Ese tema pareció llamarle la atención a Hunter, que de pronto dejó de escuchar a su padre y se centró en nuestra conversación.

—El hijo de una amiga mía creo que está estudiando eso. Si quieres, puedo preguntarle.

—Ah, no te molestes, tranquila.

—¡No me cuesta nada! —Dijo ella ya en pie con el teléfono en la mano. —Seguro que podría echarte un cable.

Noté como la mirada de Hunter me atravesaba entera enterita desde que su madre nombró el curso de fotografía.

—¡Anna! Hola, hola. Sí, yo también tengo unas agujetas increíbles.

—Van juntas a pilates —Murmuró Drew, y esbocé media sonrisa.

—Oye, tu hijo estaba estudiando esto de... —Me miró bastante perdida y se lo susurré. —Sí, audiovisuales. ¿En serio? Sabía que me sonaba. Vale, sí. Pues te paso su número. Mañana nos vemos, ¡A ver si salimos con mejor cuerpo! Bueno, adiós, adiós.

ARDENT © [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora