(The Hills -The Weeknd)
Comencé a llorar como una magdalena, echándome las manos a la cara. Hunter apartó su espalda y se giró hacia mí. Lo que más me sorprendió fue que me abrazó. Nunca nos habíamos abrazado salvo el fin de semana pasado después de lo de ese hombre. Pero fue todo tan rápido que ni siquiera me dio tiempo a reaccionar.
Y ahora... era raro. Sé que lo era tanto para él como para mí. Porque él era una persona fría y yo... eso de afecto emocional físico como que no. El caso es que lo hizo con fuerza, y yo simplemente me desmoroné.
—No es imposible. Has intentado contármelo y lo has conseguido. Y yo... bueno, espero haber entendido todo —Dijo con cara de sudor frío. Solté una pequeña risita. —Has podido contármelo y no ha caído ningún meteorito, seguimos vivos y ya me dejas mucho más tranquilo.
El detalle de que se preocupase y se interesase por ello me gustó. Me gustó mucho. Porque siempre era yo la pesada del sermón a todo el mundo con la salud mental, con la importancia que tiene (y más que debería tener) y la necesidad de estar informados para que, cuando a alguien le pase esto y tú estés cerca, puedas ayudar.
Él simplemente me pidió que se lo contase, porque quería saberlo por voluntad propia.
Nos separamos tan rápido como pudimos, y me sequé las últimas lágrimas. Joder, debía estar feísima y con las bolsas de los ojos hinchadas y rojizas.
—¿Qué haces cuando tienes ataques así? —Siguió con el tema, curioso.
—Pues... depende de la situación. Normalmente nunca digo nada. Si estoy en clase, me voy a casa. Si estoy trabajando, me aguanto hasta tener una excusa convincente e irme. Y si estoy yo sola... pues también vengo a casa. Tengo que tomar una pastilla por noche, y luego tengo mi propio kit de primeros auxilios.
Frunció las cejas confuso, y lo saqué de la mesita. Me lo llevaba a todas partes, sin ella... no. Sin ella no había nada.
—Estás de coña —Dijo al ver su interior.
—¡Pues no! —Me mostré digna y molesta. —Es el mejor kit del mundo.
—¿Chocolate, películas de Harry Potter, un libro, auriculares, pañuelos y pastillas?
—¿Qué tiene de malo?
—¿Una puta película y un libro? ¿Enserio?
—No vuelvas a decir "puta" en cualquier contexto que tenga que ver con películas o libros. ¿Estamos? —Mascullé, y el asintió divertido. —Que sepas que has estropeado mi sesión de kit de hoy.
—¿Cómo? —Preguntó confuso y con cierta culpabilidad.
—Como lo oyes. Estaba viendo mi película y justo has llamado al timbre.
Puso los ojos en blanco, resopló como un toro y miró hacia la televisión.
—Venga.
—¿Eh?
—Que venga.
—¿Venga qué?
—¡Que la pongas! —Dijo molesto señalando a la televisión.
Se formó una sonrisa en mi cara de oreja a oreja inconscientemente, y lo disfruté demasiado dándole al play. Se acomodó y siguió con esa cara de gruñón, que a medida que iba pasando la película, se borró. Tenía los ojos más abiertos que yo cuando la vi por primera vez. Pero Hunter no debía estar aquí. Paré la película.
—¡Eh! —Dijo sin ni siquiera mirarme. —¿Qué haces? ¿Por qué la paras?
—Hunter, mañana a las once sale tu vuelo a Minnesota —Por fin me miró, sacudiendo un poco la cabeza al escuchar aquello.
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ARDENT © [#1]
Fiksi RemajaSeis años después, Maddie regresa a la ciudad en la que creció, lo que significa que ciertas personas de su pasado, como el frío de su padre o su antiguo mejor amigo, volverán a formar parte de su vida. Con lo que ella no contaba era con los dos sex...