Wanda Maximoff

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-Mi amor ya estoy en casa.- anuncié al entrar por la puerta.

Un olor exquisito viene a mi haciéndome andar hacia la cocina, al entrar la encuentro entre fogones y con la mirada atenta al libro de recetas. Sonrío inconscientemente al verla tan entretenida entre las páginas.

-¡Mamá ya estás aquí!

Mis dos hijos me recibieron con un fuerte abrazo, cada vez que llegaba de trabajar los veía más grandes y eso ciertamente me preocupaba pero no entendía el motivo.

-Cariño ya has llegado, lo siento estaba ocupada intentando entender lo que pone.

Los utensilios flotaban por la cocina mientras dejaba el libro a un lado y se cerraba automáticamente, ella se acercó a mi haciéndose paso entre nuestros pequeños y me abrazó por la cintura dejando un pequeño beso sobre mis labios.

-Uggh... -escuchamos las quejas de nuestros niños mientras reíamos.

-Mami también tiene derecho a darle la bienvenida.- se quejó mirando a nuestros hijos.

-Si pero no delante de nosotros.- se quejaron.

-¿A no? Pues voy a seguir mostrando mi cariño a vuestra madre, si no os gusta...- no terminó de decir la frase cuando nuestros hijos ya habían escapado corriendo consiguiendo que surja una pequeña risa por nuestra parte.

La miré a los ojos suspirando, subí una mano a su mejilla y la acaricié suavemente. -No puedes seguir haciéndote esto.

Ella me miró de inmediato frunciendo el ceño.

-Tienes que ser libre, tienen que ser libres.-seguí.

-¿De qué hablas?- se apartó de mi comenzando a molestarse.

-Esto que estás haciendo no es sano.-comenté. -No es real.

-____ en serio, para.-dijo entre dientes.

-Cariño de verdad.-me acerqué de nuevo agarrando sus manos suavemente.-Esto no es real.-volví a repetirle.




.......


Narra Wanda.


Los años pasaban y no era suficiente, todo se repetía una y otra vez, no paraba de salirme mal las cosas, ____ empezaba a tener consciencia y yo empezaba a agobiarme de nuevo. Una furia amarga empezó a crecer en mi, no quería parar, esto era mi vida, es mi vida. 

Día tras día o tal vez hora tras hora mi al rededor iba cambiando según veía, todo se acoplaba como piezas de puzles perfectas. Todo era perfecto.


-Cielo, estaba conduciendo de camino a casa y me he encontrado a uno de nuestros vecinos subido a un árbol y un gato intentando bajarlo. -escuché como cerró la puerta tras ella.

-Que cosas más raras hacen la gente hoy en día.- me hice la desentendida.

-Wanda... no puedes seguir así.

-¿POR QUÉ NO? -grité exaltada y enfadada.

-Porque no es sano.- contestó calmada.- Ni para ti, ni para ellos, ni para mi.

La miré fijamente, tenía razón, se que la tenía pero no quería dársela.

Suspiró profundamente al cabo de unos minutos sin comentar absolutamente nada.

One shots (Famosas y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora