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Estoy deseando que se acabe el verano ya.

Suena raro, ¿no? Lo se, pero es que no me gusta nada.

No es que no me guste el verano en sí, no me gusta por la gente de mi zona.

Donde yo vivo es una zona de ricos, sí, yo también lo soy, mis padres tienen empresas y...negocios, digámoslo así, incluso internacionales, mucha pasta, como la gente de por aqui, vaya, pero yo no soy como la gente de mi edad.
Son todos unos niñatos ultra malcriados, insoportables, no saben hablar de otra cosa que de su dinero, ni divertirse, no hacen nada, se pasan el día sentados hablando, cada día en casa de uno distinto, y las fiestas igual, son lo peor.

Y no me gusta salir, voy a cumplir 19 años en...como una semana, el 30 de julio, y no salgo, cualquiera diría que los tengo. Y no es porque no me guste la fiesta y la marcha, a mi me va mucho, como mi cumpleaños, me gusta, pero el problema es la gente...no he congeniado con nadie.

Llevo toda la vida en el mismo colegio, instituto, universidad, todo privado obviamente -notese mi entusiasmo- , con la misma gente y sí, tengo amigos y de vez en cuando salgo, me he liado con chavales etc.. cuando salgo no estoy tan mal, el problema es que no son las típicas personas que estás deseando quedar con ellas.

En fin.

Estoy en mi casa, como todos los días, en mi habitación porque acabamos de comer y así descanso un rato.

Entró mi madre en mi habitación.

—Alessia, cariño, acuérdate de que esta noche vamos a cenar con los Wahlberg

—Vale, no os preocupéis por mi —la contesté—

—Alessia, tú también vienes

—¿Perdona? —dije mientras me incorporaba— ¿por qué tengo que ir yo? Son vuestros negocios, y yo ya soy mayorcita como para quedarme aquí sola

—Eres parte de la familia, y por ello parte de los negocios, en algún momento tendrás que hacerte cargo tú y tienes que ir poniéndote en contacto con la gente. Y va su hijo también, tienes que ir.

—Es que yo no quiero ser parte de esto, y me la suda que vaya su hijo —me cabrea mucho que me incluyan en sus planes sin preguntar siquiera—

—Alessia, soy tu madre, háblame bien

Yo suspiré.

—Cuántos años tiene su hijo?

—22, está terminando la carrera de derecho, es muy buen chico y además va a heredar la empresa de su padre, dale una oportunidad

—No me lo puedo creer, ¿por eso queréis que vaya? ¿Para emparejarme con él? —me volví a cabrear—

—No, solo te lo digo para que lo sepas, no todo el mundo es igual, dale una oportunidad, solo en la cena

—¿Cuándo venía Bruno? Pensé que estaría aquí ya...

Bruno es mi hermano mayor, tiene 23 años, y en cuanto termino su carrera y encontró trabajo -cosa que le fue fácil porque se lo curra mucho, y por el apellido- se piró de aquí.
Es igual que yo, él también odiaba todo este ambiente y la gente, en parte creo que yo lo odio por él.
Él sí salía, tenía amigos, pero siempre que estabamos solos, la mayoría del tiempo, me lo decía todo el rato y me ha influido.

Nos llevamos muy bien y es una pena que se haya ido, pero le entiendo.

Iba a venir para mi cumpleaños (la semana que viene el miércoles), pero dijo que estaría aquí unas semanas más.

—Si, pero le surgió una cosa y ha tenido que retrasar el vuelo, viene el sábado

Hoy es jueves.

—Vale...—suspiré— avísame cuando nos tengamos que ir

Amor como una balaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora