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—Sebastian —acabábamos de llegar al restaurante, estaba aparcado, por el camino habíamos estado hablando y poniéndonos al día— he traído el collar que me enviaron

—Dámelo —se lo di y se lo guardó— venga, vamos

—Estoy un poco asustada...no tienen la pasta, ¿por qué me traen aquí? —no quería que lo supieran, tampoco voy a mostrarlo, pero con Sebastian tengo confianza—

—No te preocupes, está todo controlado, tú tranquila que a ti no te va a pasar nada —iba andando agarrada a su brazo, estaban mis padres y los de Jason en la puerta ya esperándome—

—Hola

—Hola cariño...—dijo mi madre y me abrazó—¿qué tal?

—¿Qué tal con Jason? —me preguntó la madre de Jason—

—¿Estás bien? —dijo mi padre—

—Si, si, no os preocupéis, todo va bien

—Venga vamos —entramos todos junto a Sebastian y dos chicos más de seguridad nuestros y los de los padres de Jason—

Entramos en el restaurante, había mucha gente así que no creo que pase nada. Pero no, obviamente no íbamos a estar con toda la gente, nos llevaron a una planta baja, era como un reservado, tengo que decir que bastante lujoso, pero me acojonó, solo había una mesa de 4 personas, y otra con los dos jefes rusos, la mujer y el hijo, más los sitios para mi familia y la de Jason. Alrededor suya había tres hombres de pie de seguridad, y en la entrada había otro.

Se empezaron a saludar y esas movidas hasta que uno de los jefes llegó a mi, un tal Nikolai.

—Tú debes de ser Alessia...encantado —me cogió la mano y la besó— no llevas el collar que te regalamos —me apartó el pelo hacia atrás, miré a Sebastian porque no sabía qué decir—

—Ya...lo he traído para devolveroslo, seguro que es muy caro, no quiero que os gastéis tanto dinero en mi —no sabía qué coño decir sin sonar borde y que me maten—

—Tonterías, no es nada, un regalo para la hija de un socio —eso no me gustó ni un pelo, principalmente porque no son socios— venga, póntelo —miré otra vez a Sebastian y le hice una señal para que me lo trajera, vino y me lo puso. De verdad que no quería ponermelo, eso de que esté maldito me da muy mal rollo, pero tampoco quiero que me maten, la verdad— preciosa. Venga vamos a comer, siéntate aquí, con mi hijo Vasily.

Me senté al lado del chaval, la verdad era atractivo, rubio, alto y de ojos azules, pero uno, nada comparado con Ryan o Mark, incluso Jason, aunque me duela admitirlo, y dos, no pienso ligar con él, acojona, y después de lo que me dijo Jason...paso.

...

La cena fue bastante rara e incómoda. Yo estaba hablando con el chico este, que no paraba de tocarme el pelo y las manos, pero ¿qué otra opción tenía? Luego, mi padre, el de Jason y los otros dos rusos estaban sentados el final de la mesa, que era bastante grande y no escuchaba nada de lo que hablaban, y entre medias de ellos y nosotros estaban nuestras madres y la rusa.

Al final de la cena ya, después del postre, se fueron los cuatro -más la seguridad- a "tomar una copa" a fuera, me daba mal rollo eso de la copa. Nos quedamos solo las madres y nosotros dos.

Y me sonó el móvil, lo miré, era Ryan, y fui a levantarme para cogérselo, pero el chico este me agarró de la muñeca, fuerte.

—Eh, ¿a dónde vas? —me cagué, fuera coñas, me acojoné—

—A hablar por teléfono

—Siéntate —me senté y dejé el móvil en el bolso— vamos a hablar —me cogió de la mano y empezó a doblarme el dedo índice hacia atrás, me estaba haciendo mucho daño, mucho— y no te vas a mover de aquí, entendido, ¿no? —asentí con la cabeza— y como vea una sola mueca de dolor, ¿ves ese cuchillo? —dijo señalando con la cabeza, mi dedo crujió— pues lo cojo y te corto el dedo, y después te arranco esas uñas tan bonitas una a una —llevaba las uñas acrílicas de un color marrón muy muy clarito, casi del mismo color que mi piel— sería una pena, ¿verdad?

Amor como una balaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora