Capítulo 48

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~21 DE NOVIEMBRE~

⚜️ JOYCE ⚜️

-¡Por fin libres!

-Es todo un alivio haber terminado ese examen ya, ¿eh? –Asentí de acuerdo con ella antes de despedirnos al llegar al jardín del campus.

Después de haber acabado el examen de matemáticas avanzadas por el que tanto había estudiado el fin de semana, me sentía más ligera que nunca.

Había tenido que sacrificar viajar a Seattle para pasar los días con Byron y Christopher, pero ahora pensaba que había merecido la pena. Aunque los haya echado tremendamente de menos.

Era increíble cómo éramos capaces los seres humanos de querer tanto a una persona a la que acababámos de conocer. 

Toda mi familia estaba encantada con el bebé, y yo...

A mí me tenía enamorada pérdida.

-Atención estimados alumnos. Se ruega a la señorita Joyce Carson que acuda a dirección de inmediato, gracias. –Alcé la cabeza de mi bandeja con la comida que había cogido para almorzar.

¿Me habían llamado a mí por magafonia? ¿Por qué?

De inmediato pensé en que algo grave había sucedido en mi casa. No era normal que me llamaran por toda la universidad si algo serio no hubiese sucedido.

Notando como la boca del estómago se me cerraba, me dirigí rápidamente hacia dirección nerviosamente.

Pasé por alto algunas miradas indiscretas que los alumnos y alumnas me daban sabiendo que me habían nombrado a mí. Tenían tanta curiosidad como yo por descubrir para que me querían en dirección.

-¿Joyce Carson? –Preguntó el conserje al verme llegar casi sin aire en los pulmones.

-¿Q-qué pasa?

-Alguien vio oportuno mandarte un regalo en horas lectivas. Que sea la última vez que esto pase. –Fruncí el ceño sin saber a qué se refería.

-¿Qué?

-Tiene que firmarme por aquí, señorita. –Abrí los ojos como platos al percatarme del hombre con gorra azul y uniforme del mismo color con un gran ramo de margaritas blancas en las manos.

¿Eran para mí?

Sorprendida, firmé el papel que había en la tablilla que me ofrecía el repartidor antes de pasarme el ramo. 

El conserje ni siquiera me dio tiempo a procesar lo sucedido, me echó de allí casi al mismo tiempo que al repartidor de flores.

Por mi parte, me quedé parada en medio del pasillo con el ramo entre las manos. ¿Quién me había enviado margaritas a la universidad?

Quinientas margaritas como te prometí una vez.

Espero que el examen te haya salido de diez.

Te quiero.

By”

Definitivamente, se había vuelto loco de remate.

Con una sonrisa en la boca, caminé hasta mi taquilla con la nota en una mano y el ramo en la otra. 

No sabía muy bien en qué momento de mi vida le había hecho prometer que me regalaría quinientas margaritas, me sonaba a que me había dicho que una vez cuando aún seguíamos enfadados lo había llamado medio borracha y no sé qué historias más, pero yo no lo recordaba.

500 MargaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora