Capítulo 7

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~30 DE JULIO~


⚜️ BYRON ⚜️

-¿Alguien quiere algo más?

-Hmm... Creo que todos estamos bien llenos ya, Giulia. –Respondió Sabrina tocándose la barriga confirmando lo dicho. –Todo estaba muy rico, Giulia. Voy a extrañar verdaderamente estas cenas en familia...

Todos y todas asintieron en la mesa de acuerdo con ella antes de que el sentimiento de nostalgia se instalara.

Sabrina Carson no se había equivocado en nada. Estábamos a dos días de regresar a casa y mi relación con Joy seguía igual o peor de como estaba desde que había llegado.

Habíamos coincidido de vez en cuando en nuestro lugar especial, pero ella no se había dignado a dirigirme la palabra y yo no la había obligado a que lo hiciera. Simplemente me esquivaba y se iba dejándome devastado a su paso.

-Disculpad, necesito ir al baño...

-Adelante, claro. –Le sonrió mamá alegremente mientras que Joy se levantaba. –¿Por qué no nos tocas algo, cariño? ¡Qué mejor manera de terminar la noche que oyendote tocar!

-Hmm...

-¡Sí, sí, sí! –La apoyó mi hermana Jasmine emocionada. De tal palo, tal astilla. ¿Cómo negarme ante ellas?

-¿Alguna en especial? –Pregunté mientras que todos nos dirigíamos al salón donde el piano de cola blanco nos esperaba majestuosamente.

-¡Sorprendenos! –Me senté frente a las teclas para respirar y expirar mientras que pensaba en que canción tocar.

Podría tocar una cualquiera, me sabía miles de partituras de memoria y mi familia me había escuchado tocar millones de veces, pero si quería que los sorprendiera, igual debía tocar una especial...

Cerré los ojos para concentrarme en la partitura que tenía en mente antes de dejar caer mis dedos sobre las teclas blancas y negras.

Comencé a tocar una canción inesperada para todos, una canción que sabía que significaba mucho para alguien y que esperaba que con ella pudiera arreglar, aunque solo fuera un poco, nuestra desagradable relación.

Las notas del piano inundaron la estancia antes de que mi voz la acompañara. Miré a mi madre, quise ver su reacción cuando me escuchara cantar la canción de Bohemian Rhapsody, pero por muy especial y unido que estuviera a ella, esa canción no se la dedicaba a ella.

Tocaba esa canción no porque quisiera solamente sorprender a mi familia o a los Carson. Tocaba esa canción porque era la favorita de Joy.

Había sido ella la que me había insitado a practicarla tras oír lo mucho que le gustaba. Nunca le había dicho que había empezado a tocarla, mucho menos que incluso me había aprendido la primera parte de la letra para poder un día cantarsela, quería mostrársela de una manera especial y creía que hoy era el momento adecuado.

La busqué de reojo con la esperanza de que ya hubiera vuelto del baño, y, efectivamente, allí se encontraba ella, junto a la puerta de entrada del salón totalmente estática.

Sonreí satisfecho al ver que había tenido la reacción que tanto esperaba de ella.

Toqué las últimas notas musicales sintiendo una paz interior prevalente antes de que el salón se llenara de aplausos y felicitaciones por parte de todos.

-¡Ha estado genial, cariño! –Gritó mi madre casi en mi oído al tirarse a mis brazos para abrazarme. –¡Estoy tan orgullosa de ti! –Sonreí con la intención de responderle, pero la voz del pequeño de los Carson llamó mi atención haciendo que la sonrisa de mi cara se esfumara.

-¿A dónde va Joy?

Mi instinto me dijo que la siguiera, que la siguiera hasta hablar con ella y solucionara las cosas de una vez por todas. Así que no lo dudé, dándole una mirada a mi madre para que supiera que no quería que nadie nos siguiera, salí tras ella por la puerta de la terraza que daba a la playa.

Joy ya estaba alejada ñ a varios metros de mí sin dejar de correr por la arena.

-¡Joy! –Grité antes de seguirla. –¡Joy, espera! –Pero no se detuvo, al contrario, tuve que acelerar más el ritmo para poder alcanzarla. –¡Joy!

-¡No me toques! –Gritó en cuanto pude detenerla casi a la altura del caminito que llevaba a nuestro lugar especial. – ¿P-por qué lo hiciste? –Preguntó con la voz entrecortada y lágrimas en sus ojos. –¿Por qué?

-¿La canción? Solo la canté porque sabía que a ti...

-¡No! ¡No hablo de la canción! ¿Por qué jugaste conmigo, Byron? ¿Por qué lo hiciste si conocías perfectamente mis sentimientos? ¿Por qué tuviste que arruinarlo todo? –Sus palabras se clavaron en mi pecho como puñales.

-Porque soy un completo imbécil, lo sé.

-¡Eres más que eso! –Gritó sin dejar de llorar. –Eres un cobarde, Byron. ¡Y encima tienes el descaro de venir a aquí a restregarme tu felicidad en las narices!

-¿Mi felicidad? –Fruncí el ceño. –¿A caso crees que yo soy feliz con esto?

-¡Desde luego! A mí nunca se me hubiera ocurrido traer a alguien a las vacaciones, pero sin embargo, tú lo hiciste. ¿No llegaste a pensar en que eso podía molestarme? ¿Dolerme? ¿O es que eres tan egoísta que volviste a pensar solo en ti?

-Lo reconozco, ¿vale? Reconozco que hice mal en invitar a Tiffany y a Cobby, pero bien que te diviertes tú con este último sin ningún deparo, ¿eh? –Su boca se abrió en forma de o tras mis palabras. Lo sé, no estaba ayudando en nada a solucionar esto, pero joder, a mí tampoco me había gustado verla de risas y fiestas con Cobby.

-Eres increíble, Byron. ¡El que arruina las cosas aquí eres tú y ahora parezco yo la responsable!

-No, sé que el único responsable aquí de todo soy yo, lo sé. Y no hace falta que me lo repitas cada cinco minutos porque nunca se me borrará de la mente, ¿vale?

-¡¿Y crees que a mí sí?! –Me espetó con rabia antes de sollozar. –¿Crees que a mí se me borrará del corazón lo que hiciste? Te quería... Joder, te quiero tanto que a veces pienso que nunca voy a poder seguir adelante. –Mi cuerpo se paralizó ante su repentina confesión mientras que ella ocultaba la cara entre sus manos para seguir llorando.

Mentiría si dijera que verla en ese estado no me afectaba para nada. Mentiría si dijera que no me sentía como la mierda más grande del mundo al saber que yo era el causante de todas sus lágrimas.

Me quería... Joder, había confesado que me seguía queriendo a pesar de todo.

Mis piernas se movieron involuntariamente hasta ella para rodearla con mis brazos y poder estrecharla contra mí.

En un principio pensé que me rechazaría, pero mi corazón recibió una descarga de esperanza cuando sus brazos me rodearon por la cintura correspondiendome.

No era por presumir, pero mi altura de un metro casi ochenta a diferencia de la suya de un metro sesenta y tres me permitía quedar por encima de su cabeza para poder besarla sin problemas.

-No sabes cuánto me arrepiento del daño que te causé y que te estoy causando ahora mismo. No me gusta verte sufrir ni llorar y odio aún más que sea por mi culpa. No merezco tu perdón, lo reconozco, pero como bien dijiste, soy un egoísta de mierda que en lo único que piensa es en eso... –La oí sollozar por lo bajo haciendo que la apretara aún más fuerte. –Y si te soy sincero, no me arrepiento de lo que pasó entre noso... –Su cuerpo se tensó un segundo antes de que sus brazos se apartaran fuerte de mi cuerpo y me diera un gran bofetón que incluso se escuchó por encima de las olas del mar.

-No vuelvas a dirigirme la palabra en tu vida, Byron. Se acabó. No sé cuando será ni cuando lo haré, pero prometo que me olvidaré de ti. – Sentenció esquivándome para volver a rehacer el camino hacia casa.

No necesité mucho más para comprender que estaba perdiendo al amor de mi vida por segunda vez.

500 MargaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora