Epílogo

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SIETE AÑOS DESPUÉS

⚜️ BYRON ⚜️

-¿Algo más, mamá?

-¡Sí! Cómo se te ocurra llegar tarde, no van a dejarte entrar.

-¿Cómo que no?

-¡Recuerda mis palabras! -Fruncí el ceño sin dejar de mirar por el espejo retrovisar para aparcar.

¿Por qué diablos no iban a dejarme entrar si llegaba tarde? ¡Que absurdo era eso!

Sin entender todavía las palabras de mi madre, me bajé del coche para dirigirme al piso de Tiffany.

La madre de mi hijo aún seguía viviendo en su antiguo piso, el que compartía ahora con su nueva pareja.

-¡Hola!

-Hola, Tiff. ¿Christopher está listo? - Pregunté antes de que su voz llamándome desde la distancia llegara a mis oídos.

-¡Papá!

-Hola, enano. -Lo abracé con fuerza cariñosamente. -¿Nos vamos? Tu abuela se enfadará mucho si no vamos a cambiarnos ya.

-No dejes que coma muchas chucherías, Byron.

-Hecho. Adiós. -Dije despidiéndome de ella desde la distancia mientras que Chris la besaba en la mejilla.

-¡Adiós, mamá!

Rapidamente, pusimos rumbo de vuelta al coche para dirigirnos a casa.

Por fin podía decir que tenía una casa propia y me sentía orgulloso de ello, no sería tan grande como la de mis padres, pero era una casa.

Además, habíamos pensado mudarnos dentro de unos años a una más grande y construida a nuestro gusto.

-¿Dónde está mamá Joy? -Preguntó Christopher en cuanto pusimos un pie dentro de casa.

-Ahora vamos a reunirnos con ella. ¿Recuerdas que habíamos hablado sobre su fiesta en el cole?

-¡Ah, sí! ¡¿Era hoy?!

-Eso es, enano. Y ahora, vamos a vestirnos antes de que a tu abuela se le ocurra llamarme de nuevo.

-¿También irá April?

-Las invitaciones son limitadas, pero la verás luego en la fiesta, ¿vale?

-¡Vale!

Sin más preámbulos, me dediqué a cambiarle la ropa por las prendas nuevas que habíamos ido a comprarle hacía dos semanas atrás.

-Esto me pica, papi...

-Hmm... ¿Quieres que te lo quite?

-¡Me queda bien! -Exclamó mirándose en el espejo a pesar de que tirara de la pajarita que tenía al cuello. -Mamá Joy dijo que me veía muy guapo con ella...

-Presumido... -Murmuré más para mí mismo que para él con una sonrisa en los labios.

Christopher podría ser hijo mío y llevar mi sangre, pero cuando se refería a Joyce, el resto del mundo se borraba para él. Era increíble la conexión que los unía desde siempre y yo me alegraba por ello, pero a veces sobrepasaba mis límites...

¿Cómo era posible que sintiera que a veces tenía que competir por mi novia nada más y nada menos que con mi propio hijo? ¡Ese canalla me las hacía pasar canutas cuando se lo proponía!

500 MargaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora