Un mundo frágil Fake_Links: Parte 3

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Las prácticas matutinas de kendo siempre eran emocionantes, pero lo eran aún más cuando esa senpai de preparatoria tan guapa y genial asistía a las prácticas conjuntas de los diferentes institutos. Su nombre era Sakurazaki Setsuna. Su negro y sedoso cabello estaba usualmente peinado en una coleta que se inclinaba salvajemente hacia la izquierda y sólo la mitad derecha de su fleco era visible desde el frente. Serena, fuerte y audaz, precedía las sesiones como si fuera natural para ella. Nunca la había visto reír y eso era lo más asombro de todo... Bueno, nunca la había visto reír hasta ese día.

—¡... y entonces encontré a Chisame y a Negi besándose! —Puso sus manos por encima de su cabeza, como formando una superficie plana—. Negi se asustó y se levantó —bajó los brazos y tocó su cabeza—. Entonces se pegó así y se le salieron algunas lágrimas en frente de Chisame.

Esa senpai tan seria e inexpugnable estaba riendo a carcajadas con las historias de una mujer extranjera de cabello pelirrojo.

«Si tan sólo pudiera acercarme más a Sakurazaki-senpai... Como esa chica...»

Lo cierto es que Setsuna si hablaba con ella, de hecho hablaba más con ella que con cualquiera de las demás novatas. Siempre la estaba elogiando y eso la hacía feliz, pero ella... ella...

—Asuna, ella es la Kohai de la que te hablé, su nombre es Saten Ruiko, es asombrosa.

—¿Eh?

En algún momento, mientras seguía perdida en sus pensamientos de celos y envidia, Setsuna y esa mujer pelirroja, presumiblemente de nombre Asuna, llegaron hasta ella. Ahora que la veía bien, era linda y hasta misteriosa: sus ojos brillaban en colores distintos, verde para el derecho y azul para el izquierdo. Su largo cabello naranja estaba atado en dos colas gemelas por lazos rojos con una campana dorada cada uno; era, en cierta manera, como si se anunciará al mundo, como si necesitara avisar que iba por ahí, después de todo, incluso su presencia comenzaba a parecerle abrumadora.

—Hola, me llamo Asuna Springfield, es un gusto —extendió su mano—. Creo haber escuchado a Mikoto-chan hablar sobre ti antes.

—¿¡Conoces a Misaka-san!? —Al darse cuenta de que Asuna seguía con la mano extendida, se lanzó a tomarla con ambas manos—. ¡Lo lamento, es un gusto, Asuna-senpai!

—Tranquila, Ruiko-chan.

«Ruiko... ¿chan?», pensó, sin ser capaz de decirle que fuera más formal.

—¡Esto es tu culpa, Setsuna! ¿Intimidas a las de secundaria?

El rostro de Setsuna se puso colorado y comenzó a dar todo tipo de excusas mientras movía sus manos de un lado a otro para intentar darse a entender. La chica campanitas, por otro lado, le sonrió a Saten y guiñó un ojo.

«Entiendo...»

"Ni ella ni yo somos tan sorprendentes como crees, relájate." Ahora que las veía mejor, Sakurazaki era más bajita y menudita que ella misma y Asuna apenas y era más alta; había llegado a una edad en la que ni siquiera dos o tres años significaban mucho en esas cosas.

Saten, por una razón desconocida, se llenó de nostalgia y emoción. Su mano apretó la empuñadura de la shinai tan fuerte que creyó que empezaría a sangrar.

—Puedes decirme Asuna, está bien si empezamos desde ahí —sonrió, dejando ver que sus colmillos eran ligeramente más grandes de lo normal—, también puedes llamarla Setsuna, no estés tan tensa.

Esa kohai de secundaria, de cabello negro y lacio hasta la cintura, volteó inmediatamente hacia Sakurazaki. Ella asintió en el momento que sus ojos se cruzaron, enseñándole una sonrisa tranquila, pacífica y amable, que era mejor incluso que su estoica figura heroica de siempre. En ese sentido, se parecía un poco a...

"Imagina que es azul", la voz de una mujer desconocida sonó en su cabeza. No, eran recuerdos suyos acompañados de estática. Un dolor intenso se clavó en su cabeza y uno como melancólico en su pecho; decir que sentía que iba a explotar no sería una broma.

Se dobló por culpa del dolor.

—¡Ruiko-chan!

Intentó ayudarla, pero Saten la detuvo con un ligero movimiento de mano.

—Estoy bien —esas palabras sonaban más bien dolorosas—. Ya se me pasó.

Y era verdad. El dolor se fue tan rápido como su nombre fue pronunciado por la voz de Asuna. Era un dolor misterioso, pero lo más misterioso fue esa voz.

—Creo que me excedí con el entrenamiento —se puso de pie apoyándose en la shinai y sonrió—. Pero ya estoy bien.

—Deberías ir a la enfermería —se giró hacia Asuna—. Yo la acompaño, quédate...

—¡De verdad estoy bien, no pasa nada! —Vio una figura conocida a la distancia—. ¡Oh, es Uiharu! ¡Debo irme, Asuna-senpai, Setsuna-senpai!

Comenzó su carrera para encontrar a su amiga, pero fue detenida a la mitad por un grito.

—Ruiko, me gustaría que fueras a la pequeña cabaña del bosque, la que está cerca del campus central...

—Sí, cuando salga de clases.

Se fue, despidiéndose con una mano. Era una muchachita llena de energía.

—Me agrada —dijo Asuna, sonriendo como idiota—. Es una ESPer, ¿verdad?

—Sí —se recargó en el hombro de su amiga—. A mí también me agrada, se parece un poco a ti.

To aru Majutsu no Kodomo Kyoushi: Imaginary TomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora